El Castellón parece reconciliarse consigo mismo. Al menos, sí que está recuperando las buenas sensaciones lo que se refleja en el juego del equipo y en los resultados. Desde la llegada de Kiko Ramírez al banquillo de Castalia, en sustitución de Ramón Calderé, el conjunto albinegro ha sumado 9 de los 12 puntos que ha disputado y el domingo, contra el Crevillente, consiguió que la afición volviese a aplaudir el juego del equipo tras la mala imagen ofrecida en encuentros anteriores, como contra el Novelda o el Orihuela.

Gran parte de responsabilidad de este cambio la tiene la transición tranquila que ha dirigido Ramírez. En el mes que lleva al frente el técnico tarraconense, ha sabido calmar un vestuario en depresión tras las salidas de Selvas, Rubén Suárez, Tornero y Clausí y concretar un sistema de juego que Calderé había dinamitado en sus últimos encuentros. Esta transformación culminó el domingo contra el Crevillente, tras la inyección de moral que supuso la remontada contra el Ilicitano.

Lejos de Castalia, Ramírez apuesta por un 4-4-2 con dos referentes ofensivos. Por su parte en casa, el dibujo se transforma a un 4-2-3-1. Hasta ahora, tanto en Torrevieja como en Elche contra el Ilicitano, Saizar y Antonio han sido los dos delanteros utilizados, mientras que en casa el primero jugó ante el Orihuela y el segundo fue el titular contra el Crevillente.

Por detrás, independientemente de si se juega en Castalia o lejos del estadio de la avenida Benicàssim, Ramírez ha fijado a dos hombres de contención, encargados de destruir el juego rival y a partir de los cuales los que crea el Castellón. Con Marc Castells como mediocentro ofensivo, Ramírez ha alternado a Marenyà y Meseguer en el papel de acompañante del valenciano.

Ése es otro de los méritos que, en este primer mes, se le pueden destacar al entrenador orellut. El catalán ha logrado que dos hombres imprescindibles en la plantilla, jugadores formados en la cantera, hayan cobrado la relevancia que se les exige en el equipo. Tras jugar caído en banda frente al Torrevieja y el Orihuela, Marenyà ha ejercido de pivote en los dos últimos encuentros. Su labor oscura ante el Crevillente fue determinante y parece haberse adaptado bien a esa función.

Por su parte, Meseguer había acompañado a Castells ante Torrevieja y Orihuela, pero se quedó en el banco contra el Elche. Frente al Ilicitano, salió para empatar el partido y ante el Crevillente retornó a su posición natural de mediapunta. Liberado de las obligaciones defensivas, pudo desplegar todo su talento y guiar al equipo en su triunfo ante los alicantinos.

Además, Ramírez ha ido dejando fuera hombres que no parecen encajar en su sistemas. Lolo fue titular ante el Orihuela, pero ha permanecido inédito ante Ilicitano y Crevillente. A la espera de ver la relevancia que cobra Dani Pujol en las rotaciones, parece que Pruden y Carrillo son intocables en los extremos, ya sea en casa o fuera.

Ajustes en defensa

Atrás también ha ido completando una especie de transición Kiko Ramírez. Los dos primeros encuentros, el Castellón formó con una zaga muy concreta: Juanra, Guille Vázquez, Álvaro Gómez y Alberto Ramos. Pero el preparador del Castellón ha introducido algunas variaciones que parece que se están afianzando en el once albinegro.

En Elche, recuperó a Luismi para la banda y situó a Juanra en el eje de la zaga, en detrimento de Álvaro Gómez. Allí el de Estivella sufre menos físicamente y es más efectivo. Por su parte, en el lateral izquierdo, Alberto Ramos ha perdido enteros con respecto a Jesús López. El castellonense reemplazó al ondense en la segundo mitad del partido ante el Ilicitano y ya fue titular el domingo ante el Crevillente. López ofrece más proyección ofensiva, como demostró ante los alicantinos.