No hay nadie en una empresa que valga tanto como aquel elemento que revalorice un producto. La pura lógica capitalista: negocio redondo será gastar dos para venderlo luego por cuatro. O más, si puede. Y en ese caso olé los santísimos de quienes sean capaces de conseguirlo. Desde ese punto de vista Roig lo ha tenido siempre claro en el Villarreal y se ha rodeado de las personas correctas para dicho desempeño en el áreas que procede. Con errores y tropiezos, como cualquier ser humano, pero con el peso desnivelado a favor en la balanza de medir que seguro habrá tenido en cuenta quien les paga.

En ese sentido hay dos nombres propios que en Villarreal valen su peso en oro, aunque a buen seguro el éxito en el que flota el club desde hace mas de década y media es consecuencia de el trabajo de otros muchos y de la pasta invertida. Uno es Antonio Cordón y el otro Marcelino. El primero, por su forma de ser y propia filosofía del club, pasa desapercibido para el populacho. Y a buen seguro que cuando compra en el Mercadona (que tendría narices que fuese en el Carrefour o en el Alcampo), no tendrá que ir dando explicaciones de sus fichajes a diestro y siniestro. Pero cuesta entender el éxito actual y desde hace muchas temporadas del Villarreal, sin su ojo clínico a la hora de fichar. «Tenemos un ojeador que es un lince», me dijo una vez Paquito hace muchos años. Y los linces Roig sabe que hay que cuidarlos bien, tenerlos a salvo de cazadores, que son especia en extinción. El otro es Marcelino, de quien no diré que ha obrado aquello de multiplicar los panes y los peces, porque entonces sería el de «pan y vino», pero sí que ha hecho que la sardina fresca nos sepa por momentos como rape. Ya pese a que en las últimas semanas se nos ha clavado alguna espina que otra, nadie puede quejarse de los desgastado en estos casi tres años desde la llegada del asturiano.

En el caso del primero los aciertos son de sobra conocidos y han reportado al club unas ganancias que tan solo acertar un erosión de los gordos hubiera asegurado. Vietto, Gabriel, Cazorla?y sumen, o mejor, multipliquen por mucho y ahí estaría el beneficio. Uno encuentra el diamante donde otros no ven más que jugadores del montón, y el otro es el que debe pulirlo, que no es tan fácil como parece. Pero siendo complicado más lo es la tarea de hacer que todos sus futbolistas de un plantel que llegaba de Segunda, con muchos cantera inexpertos, se convierta en un equipo plagado de muy buenos jugadores. Y el caso más significativo es el de Mario.

Durante los últimos siete años he visto a Mario jugar cada fin de semana, y el salto de calidad experimentado, con el golazo ante Inglaterra como punto culminante, es para no dar crédito. Una transformación a oro puro, pura alquimia. Hoy le veo en la Eurocopa y, pese a que no sea una buena noticia para el Villarreal, le veo pronto en un grande. Si es así, ojalá sea dejando buena tajada en el club, que pinta tiene de ello. Como tampoco tiene precio que una larga lista de jugadores de la cantera y que en otra época hubieran servido para abaratar las plazas, hayan dado el paso titulares de un grupo europeo: Costa, el propio Mario, Trigueros y, estoy convencido, Gerard Moreno si hubiera optado por quedarse.

Al final la formula de la alquimia tiene a Roig cada vez más cerca de la piedra filosofal futbolística. Y no estaba tan lejos de lo que siempre ha propuesto , si bien ahora tiene a la gente indicada para lograr el oro a base de inversión,cantera, curro y exigencia. Que dicho así suena muy fácil, con lo que seguro algún ingrediente se guarda que no conozcamos el resto de los mortales