Un año después, la feria de Santa Caterina volvió a brillas en Vila-real. Tras un 2014 en el que la protagonista fue la lluvia, que cayó intermitente durante toda la jornada e hizo deslucir un poco los festejos, ayer el sol lució en la ciudad y permitió a vila-realenses y visitantes recorrer las casi 300 paradas y comprar los más variados productos.

Aunque no hay datos oficiales -la concejalía de Economía esperaba pasar de los 40.000 visitantes- sí hay motivos para pensar que fue una de las ferias más visitadas de los últimos años. Incluso entre las 12.00 horas y las 14.00 horas, en pleno partido del Villarreal C.F., en el raval del Carme se producían los tradicionales atascos debido a la estrechez y la cantidad de visitantes.

En las paradas había una mezcla de productos tradicionales y modernos. Piezas para el belén, puestos de turrones y embutidos o tómbolas se combinaban con cervezas artesanales, licores de mandarina o artistas locales que trabajan aspectos tan variados como la ilustración o la madera. Además, también hubo una nutrida representación de ONG's y asociaciones locales.

En la plaza Mayor, a las 12.00 horas tuvo lugar el espectáculo infantil «La festa del rei», que rememoraba el pasado medieval de una feria cuyos orígenes se remontan a la Carta Pobla que el rey Jaume I otorgó a los primeros pobladores de la localidad de Vila-real en 1275.

Desde el equipo de gobierno se destacó el hecho de que la feria es una de las fechas en las que más turistas acuden a Vila-real. Se trata de visitantes mayoritariamente de proximidad, pero muy interesante desde el punto de vista comercial porque en el imaginario colectivo se identifica Santa Caterina con las primeras compras navideñas, en especial de productos alimentarios.

Impacto económico

La concejalía de Economía, que dirige María Dolores Parra, calculó el impacto económico en más de 400.000 euros, calculando que cada persona que acude a la feria gasta de media unos diez euros. Estos cálculos son una de las bazas que permiten pensar al equipo de gobierno en la posibilidad de presentar candidatura para que la feria sea declarada Fiesta de Interés Turístico Autonómico.

El segundo motivo es el interés del gobierno bipartito en potenciar aquellos aspectos de la celebración más ligados a la tradición y las costumbres, como la «mocadorà» -frutos secos y dulces envueltos en el típico pañuelo valenciano-, o el hecho de recuperar productos que antes compraban los padres a los hijos como el pito o la pelota para no perderlos.