Las calles de Segorbe rezumaron ayer historia y tradición con la celebración de una de sus fiestas más multitudinarias y ancestrales, la Feria de la Purísima, declarada fiesta de interés turístico autonómico desde septiembre de 2014.

El recinto ferial se quedó ayer pequeño para acoger a las más de 20.000 personas que, acompañadas por el buen tiempo y las altas temperaturas, acudieron hasta Segorbe con el fin disfrutar de una jornada festiva en la que sobraban los abrigos y bufandas, frente a años anteriores. Y es que el sol reluciente se convirtió en el invitado de la jornada que lució con fuerza en pleno mes de diciembre para acompañar a los miles de segorbinos y visitantes que se desplazan hasta la capital palantina en la celebración de su día de la Feria. A lo largo de todo el puente, el consistorio esperaba recibir la visita de más de 30.000 las personas. Un hecho que queda palpable, años tras año, por la gran afluencia de gente que Segorbe consigue congregar el día grande de su fiesta

Caminar por las calles del Sector uno, Fray Luis Amigó y la avenida España fue tarea difícil. Desde primera hora de la mañana, las calles del recinto ferial se convirtieron en un auténtico hervidero de gente que no quiso faltar a esta cita en la que salir a «feriarse» algo (o mejor dicho, a que te «ferien» algo) y disfrutar de las atracciones se convierte en parte del ritual de obligado cumplimiento. Así pues, mientras que los más pequeños esperaban ansiosos sus turnos a la hora de subir a los trenecitos, las colchonetas o los toros móviles, los más mayores paseaban entre los más de 300 puestos que ayer copaban el recinto festivo abarrotado de gente. Y si abarrotada estaba la feria no lo estaban menos los bares y restaurantes que colgaron ayer el cartel de completo.