En el debate a cuatro con los candidatos a la presidencia, la vicepresidenta del Gobierno central parecía preocupada por concienciar a los adolescentes contra la violencia machista. Era un buen punto a su favor teniendo en cuenta que hablaba desde su condición de mujer en solitario ante el debate. Un gesto muy bien medido. Me pregunto si, más allá de la exposición y el escaparate de palabras, será consciente de que mucha de nuestra gente joven escucha reguetón sexista; si habrá reparado alguna vez en un tema cotidiano que quizás le resulte menor frente a responsabilidades consideradas «de Estado». Me refiero a que se detenga un momento para fijarse en los detalles del estilo musical de moda que domina un determinado panorama social y que, como algunos boleros ya viejos, también incita a la dependencia emocional de la pareja: J Balvin, Nicky Jam, Farruko...

No se trata de prohibir escuchar reguetón, claro que no, sino de abrir un espacio paralelo que contrarreste su influencia en las personas más jóvenes. La educación contra la desigualdad entre hombres y mujeres no debería quedarse fuera de la música. Por eso me parece preciosa la iniciativa de los Chikos del Maíz, que utilizan el rap para lanzar un mensaje de igualdad a través de una canción titulada Estima'm lliure.

A todos los votantes les pido que piensen en qué clase de educación quieren para que sus nietas o nietos se relacionen con las personas del sexo contrario. Si quieren una educación que les haga tener fe en sí mismos y en la libertad que poseen, u otra que pase de puntillas sobre estos asuntos. Los conflictos derivados seguirán ahí, e incluso empeorarán, si nos olvidamos de los temas aparentemente menores, usualmente los más cotidianos. ¿Cuál es el principio de ciudadanía que les queremos dar a los adolescentes que nos observan? ¿Uno que establezca una distinción utilitarista entre gente más importante que otra según ingresos? ¿Uno que se construya sobre leyes inservibles para acabar con las violencias machistas, las más ruidosas y las más silenciosas?

Ya no valen justificaciones para tranquilizar las conciencias. Lo que queremos es hacer valer nuestros intereses en el Congreso, y para eso buscamos tener la debida representación. Y cuando la tengamos, entre otras cosas positivas, dejaremos de ver a Madrid como el enemigo. Estar representadas y representados no es un privilegio, es un derecho.

Nos encontramos en un cambio de época donde el Congreso será de las diputadas y los diputados, y donde junto a Marta Sorlí llevaremos también un complemento de un 20% con cargo a los Presupuestos Generales del Estado para partidas como la promoción de personas emprendedoras, la investigación y tecnología agraria, y la ordenación y mejora de la producción pesquera, además de otra serie de medidas en las que el medio rural no quedará olvidado bajo ningún concepto.

En ese aumento de la financiación estatal a las áreas que más lo necesitan compondremos y haremos bailables, cómo no, melodías, letras y realidades que canten a la igualdad de género.