Cinco victorias consecutivas, 13 goles en cinco partidos, ocho jornadas seguidas marcando, mes y medio sin perder, mejor equipo fuera de casa, líderes de la clasificación a partir de noviembre, un bloque sólido y un juego con sentido. Y el Castellón aún no está en play-off. Así fue el descalabro de los primeros dos meses.

El Castellón aún no ha hecho nada. Topicazo: total. Pero después de vestirse de héroe de reconquista un año más, sigue sin entrar en los puestos de privilegio y tiene al líder a diez puntos. El contexto es bien diferente al año pasado con Calderé, cuando una racha similar aupó al Castellón a comandar la tabla prácticamente sin oposición. El esfuerzo está ahí; la mejora, también, pero el camino se hace lento, pesado y no permite fallar.

Mantener el ritmo de la exigencia que marcan los de arriba es complicado. Ahí llega lo más difícil de conseguir, lo que aún está por ver: aguantar. Sobreponerse a las lesiones, ser polivalentes y morir en el campo en cada partido. Ganar cansa y provoca hastío. Que se lo digan a Golden State Warriors, exhaustos tras haber escrito la historia. Conseguir cinco victorias de manera consecutiva marca un listón personal que el equipo está obligado a superar y a elevar a lo más alto. Es muy difícil.

El Castellón tuvo un hándicap competitivo respecto a todos sus rivales: en dos meses de campeonato no fue nada. Perdidos en la tabla y sin identidad. Los rivales que sí la construyeron en agosto, no dan tregua ni pie al error. El Castellón se ve de frente ante su mayor reto competitivo hasta la fecha. Nos lo vamos a pasar bien.

Algo tengo claro, no obstante. Los de arriba sienten en la nuca el respirar húmedo y sudoroso del Castellón. La presión del que lleva mes y medio a velocidad de crucero, sin fallar. Presión es igual a tensión: nervios. El Charlie Meseguer más maradoniano y goleador, el Pruden más decisivo, el Marenyà más combativo, el déficit de delanteros que no se traduce en sequía goleadora, la defensa que recupera su identidad. Desde arriba saben que el Castellón se acerca.

Por ahora, no tengo miedo en pensar que el equipo no será capaz de superar lo más difícil. Se les ve frescos mentalmente y con capacidad de pensar. Subsanando algunos errores y trabajando en hacer lo propio con algunos otros. Potenciando virtudes y desmenuzando debilidades. El calendario se ha aliado con el Castellón para presentarle una vía de escape no excesivamente dura. El ritmo es el adecuado. Hay que mantenerlo.

Lo más difícil, no obstante, no pasa por el césped. Se esperan pocas sorpresas en la Junta General de la semana que viene. La más positiva sabemos que no llegará. No todo podía ser bonito, somos del Castellón.