Cinco victorias consecutivas después, el esforzado Castellón sigue a diez puntos del liderato. Tan grande fue el daño causado en los primeros meses de competición como grande está siendo la recuperación y grande sigue siendo el trabajo por hacer. El Castellón triunfal y serio de Kiko Ramírez superó al Buñol con doblete de Carrillo y gol de Meseguer, en una jornada sin alardes. Los albinegros, que han sumado 18 de los 21 puntos posibles desde el cambio de entrenador, pisan el balcón de los puestos de promoción, empatados con el cuarto y el quinto, Villarreal C y Alzira.

Ayer, apenas doce segundos tardó el Castellón en encarrilar el triunfo. Fue el tiempo que tardó Carrillo en abrir el marcador, tras el pelotazo de Escudero que siguió al saque de centro. La presencia de Antonio imantó atenciones en la zaga visitante, donde flojeó tibio el lateral Iván en el cierre. Carrillo picó el espacio, cuerpeó, ganó la pelota y casi que el partido ahí: cruzó con tranquilidad el disparo raso a puerta.

El 1-0 subrayó el riesgo, quizá el único, que afrontaba el Castellón frente al Buñol: morir por exceso de relajo. Tan peligroso es pensar que has ganado tres puntos de antemano como pensar que lo has hecho al primer minuto con un gol, o al descanso, con un dos a cero. Como fuere, más por bisoñez del rival que por exhibición propia, el equipo de Kiko Ramírez avanzó con escasos sobresaltos hasta el tres a cero de Meseguer, broche de la matinal futbolera en la bañera de la calle Huesca.

La contienda fue engañosamente plácida para el equipo orellut, que anduvo cerca de complicarse la vida a raíz del 1-0, súbito y traicionero. Marc Castells fue principio y final del peligroso momento de desconexión local. Un error en la salida provocó la primera ocasión del Buñol, en un tiro de Emilio que se marchó alto. Tan solo tres minutos después, en el 19, Juanra equivocó un pase sencillo que plantó al visitante Joel frente al gol. Su disparo se enredó en la pierna de Escudero y, remolón, se fue al córner lamiendo el palo derecho.

Al Castellón lo rescató del limbo de la indefinición, asimismo, un robo alto de Castells, atento en la segunda ola de la presión. La jugada acabó en el poste, cerca de la media hora, tras una maniobra de Meseguer en la frontal a contrapié, y volcó de nuevo el estado de ánimo generalizado. El incansable Luismi, que mezcla mejor con Pruden que con nadie, fue derribado al poco en la entrada del área grande. Desde el costado diestro, Pruden enroscó el centro más dulce posible y Carrillo, atento, peinó a la red el caramelo.

Era el minuto 27.

Con el 2-0, el Buñol siguió a lo suyo. Bien plantado, muy junto y aseado con la pelota, su juego no casa con su clasificación. Algo no cuadraba: Castalia solo entendió por qué un equipo que no juega nada mal está en zona de descenso a Preferente cuando comprobó su falta de colmillo. La candidez visitante en las áreas borró cualquier opción de sorpresa.

Tras el descanso, el Castellón sostuvo la exigencia física y el Buñol, pese a las intenciones ofensivas de los cambios, languideció. El partido se revolcó en la nadería hasta la puntada definitiva del minuto 74. El 3-0 se tejió en un ataque colectivo por la parte derecha. La jugada mejoró a cada pase. Antonio, ya en el área, conectó con Meseguer, que clavó cada uno de los pasos: control, giro y al capazo.

Ya entonces se había movido el banquillo orellut. Kiko protegió al tarjeteado Luismi, y las palmas compartidas con Dani Pujol y Borja Gracia, que sustituyó al tocado Juanra, acentuaron el gusto de Castalia por el esfuerzo noble. Es esa la característica principal del nuevo Castellón, más allá de la llamativa e inesperada efectividad goleadora, ausente de brillo en varios puestos, huérfano de finura en algunos tramos, pero siempre competitivo desde la lección táctica y el compromiso de grupo. La receta, aún imperfecta, sirve para sumar goles, victorias y puntos.