La Vilavella conmemoró el domingo por primera vez el Día Internacional de la Montaña, una celebración que se convirtió un poco en reivindicación de su propia identidad, dado que el municipio está prácticamente colgado del balcón de la Serra d'Espadà con unas vistas de excepción de la Plana Baixa.

Para poder celebrar esta festividad de manera adecuada, el ayuntamiento decidió organizar una excursión familiar con la que se pretendía realizar un repaso sobre la historia, la geología y la botánica de unos parajes naturales que forman parte de la vida de los vecinos de La Vilavella. Loles Orenga, concejala de Medio Ambiente, recordó que este año esta jornada estaba dedicada «a la agricultura de montaña, y aquí hemos tenido mucha tradición de cultivos de monte, como la garrofera». Es por ello que se decidió dar protagonismo a esta parte del itinerario, que tuvo como parada inevitable la Font de Cabres, un enclave que «prácticamente todos los vecinos han visitado en más de una ocasión». Durante el recorrido se contó con la colaboración de una guarda forestal, que explicó a los asistentes las particularidades de la geología y la botánica.

Otro de los puntos que se pretendía visitar dentro de la programación era el poble desert, que no es más que «un asentamiento de la Guerra Civil donde vivían todos los que venían de fuera hasta el frente». Por cuestiones de tiempo se decidió aplazar esta visita.

Un total de 30 personas se sumaron a la iniciativa, que tiene muchas posibilidades dentro de la programación anual del ayuntamiento ya que "estos inviernos que tenemos invitan a organizar este tipo de actividades y disfrutar de nuestro entorno natural, a la vez que lo conocemos un poco mejor".

Entre los participantes en la excursión no solo había vecinos de la Vilavella, también se contó con la presencia de personas de Nules y La Vall, además de algunos de los huéspedes del balneario, que según la concejala Orenga «suelen participar en las actividades locales» como la del pasado domingo.