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Opinión | Las Cuarenta

Gentilicios frente a siglas

Los nuevos diputados y senadores tienen la oportunidad, y la obligación, de defender los intereses de esta tierra por encima de la disciplina de los partidos que los amparan

Siempre consideré prescindibles -por aburridas- las páginas dedicadas a entrevistar a jugadores, técnicos y demás protagonistas que viven del fútbol, tanto por quedar preñadas de tópicos como por ridículas en su desesperado intento de justificarse frente a la irrefutable realidad aritmética de un marcador. Incluso creía insuperable su capacidad de abstraerse en razonamientos ególatras. Más allá de una prostituida fidelidad, por asalariada, se acaba trasladando una sensación de analfabetismo por encima incluso del pecado de falta de originalidad. Sólo la política ha podido corregir esa triste e histórica percepción.

Ayer me fui a dormir sufriendo el reflujo gástrico de las valoraciones electorales de tantos ganadores como participantes. El PP se atribuye los méritos de la victoria y obvia la sangría de sesenta y pico escaños. El PSOE se arroga el liderazgo del cambio con los peores resultados de su historia. Podemos enarbola su arrolladora irrupción por lejos que haya quedado de su objetivo de desbancar a los socialistas. Ciudadanos se considera imprescindible para todos los pactos de gobernabilidad pese a caer por debajo de todas las expectativas. Y así, sucesivamente, hasta por parte de quienes ni siquiera han obtenido representación a cuentas de las maldades de la Ley Electoral, de los fríos algoritmos de D´Hondt, de las conspiraciones y hasta de la conjunción de las estrellas. ¿Paradojas?, no. Desvergüenza, mucha.

Porque si todos han ganado, barrunto que no han captado el mensaje que les han dictado las urnas con el peso de los votos. De ser así, de insistir aún en su vanidoso y egoísta discurso del triunfo, queda claro que sólo habrá perdido el pueblo.

Trasladado al ámbito local, es tan grande y variado el panorama abierto que quienes han obtenido la representación, en el Congreso de los Diputados y el Senado, tienen la obligación de hacerlo sin ambages. Digo de ser los diputados y senadores con un gentilicio que les distingue, de lucir con orgullo y unidad su adn en vez de sus siglas. Es la hora de pedir juntos una mejor financiación, un apoyo explícito al Corredor Mediterráneo, un AVE de verdad, una AP-7 gratis, ayudas para vivienda, escuelas sin barracones, sanidad universal, apoyo explícito al sector cerámico. Todo eso y mucho más queda por encima de lecturas endogámicas que nunca pasan por la asunción de responsabilidades y la dimisión. Que no será porque estas elecciones y las de mayo no lo han pedido claramente.

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