La conferencia ofrecida por el director de Desarrollo de Mercado de IDEX Corporation, Víctor Ferrer el sábado por la tarde desde la sala de actos de la Caja Rural llegaba con el título «Agua y tecnología, en busca de la eficiencia». Organizada por Abacs, la charla giraba alrededor del paisaje que se abre ante un nuevo paradigma de utilización de los recursos, una ecuación de sostenibilidad a la que debería aplicarse el sentido común y una necesidad cada vez más acuciante de caminar hacia un uso eficiente de un bien fundamental para la vida humana que, en cambio, no está lo suficientemente valorado.

Como indicó Ferrer, en la actualidad un gran regalo puede ser un diamante, pero en el año 2050 un gran presente como un diamante podrá verse sustituido por una botella de agua debido, precisamente, a su escasez.

Aunque Ferrer rompía una lanza en su confianza por la posible solución que puede aportar el ser humano en un futuro, la situación actual en la que nos manejamos se mueve en tres pilares básicos formados por la energía, el agua y el alimento.

Unos pilares que en el año 2030 sufrirán un incremento en su demanda del 50% en el caso de la energía y el alimento, y del 30% en el caso del agua.

Si a esta situación se le suma e cambio climático que está rompiendo con los patrones conocidos se puede obtener una receta para el desastre sino se actúa a tiempo, tal y como recordó Ferrer. Además, existe una descompensación de población, ya que mientras en algunos países ésta envejece y se reduce, en otros aumenta exponencialmente influyendo en un sistema que puede volverse insostenible.

Consumo de la EDAR

Centrándose en una localidad como Benicarló, Ferrer recordó que a la satisfacción de la puesta en funcionamiento de la Estación Depurada de Aguas Residuales (EDAR) cabe recordar que la infraestructura se convierte en un nuevo pueblo que correspondería a un municipio de 3000 habitantes en cuanto a gasto de electricidad. El agua de la EDAR benicarlanda es de tratamiento secundario, no terciario, por lo que el agua depurada no puede reutilizarse. Una manera de aprovecharla seria, como señaló durante la ponencia, incorporarla a uno de los acuíferos de los que dispone el municipio, lugar donde de manera natural reestablecería su equilibrio tras pasar por el tratamiento depurativo. Unos acuíferos, por cierto, a los que generalmente no les se da tiempo de recuperación.

Apuesta por el biocombustible

Ferrer ponía como ejemplo de eficiencia en el tratamiento y utilización del agua a Israel, que ha convertido zonas del desierto en áreas de cultivo gracias a la investigación que ha dedicado en conseguir la mayor eficiencia de este bien escaso.

Para ello han invertido en tecnología y han derivado sus estudios a implantar riego por goteo, a la optimización de la temperatura en la raíz de las plantas, a fabricar sensores de humedad o a crear injertos que refuercen sus raíces con efecto final del 200% en la producción.

Ferrer apostó por dos tecnologías posibles, el biocombustible y el tratamiento del agua mediante algas, ya que actúan sobre el dióxido de carbono que es responsable del proceso de trasformación en biodiesel o de utilizar fuentes de calor.

Parte del problema reside en las infraestructuras de las cañerías subterráneas de las ciudades, que esconden muchos reventones y daños en tuberías que provocan pérdidas. Fugas que pueden detectarse por satélite, a través de Big Data, por regulación de presión o por localización acústica. Algo que «actualmente es ciencia-ficción», como señaló Ferrer, pero que evitaría inundaciones, «debemos ser más eficientes, tanto a nivel local como estatal». «El sistema del agua está muy anticuado y esto genera problemas» añadió. Uno de los pasos principales hacia esta eficiencia debería ser, como indicó ayer el joven benicarlando, la reducción del consumo.