Como si sufriera de un trastorno de la personalidad, el Villarreal jugó en San Mamés a protagonizar su particular versión del relato del Doctor Jekyll y Míster Hyde para complicarse su pase a los cuartos de final de la Copa del Rey. El Villarreal Jekyll, el equilibrado y lucido, capaz de gobernar su partido sin dominarlo, cobró una ventaja de dos tantos ante un complicado Athletic de Bilbao que no supo cómo meterle mano al equipo de Marcelino. Pero su hermano Hyde se desquició ante la presión y el hambre de los vascos que dieron la vuelta al marcador y obligan a los castellonenses a vencer en El Madrigal, si quiere seguir adelante en este torneo.

El Villarreal mostró su mejor versión en la primera mitad. Los amarillos, fieles a un estilo asumido a la perfección y mimetizado a pesar de que los nombres de quienes lo ejecutan cambien, se ha habituado a sufrir sin verdadero sufrimiento y a apabullar sin que su rival sea consciente de ello. En la primera mitad del encuentro de ayer, el Athletic padeció esta estrategia y, a pesar de marcharse al vestuario con la sensación de haber dominado el primer acto, el marcador reflejaba una desventaja de dos tantos para los rojiblancos que se antojaba definitiva.

El duelo se desplegó de manera bastante similar al del pasado domingo frente al Deportivo de la Coruña. A pesar de introducir ocho cambios, el Villarreal mantuvo sus características definitorias. Solidez defensiva, capacidad de destrucción en la zona medular y contra mortal.

Como ocurriese frente a los gallegos, el aspecto táctico se impuso al técnico en los primeros minutos. Sólo un error por alguno de los dos lados podía desequilibrar el eqilibrio. El Villarreal se dedicó a aguantar las acometidas de un Athletic sin excesiva claridad ofensiva. La suplencia de Aduriz la notaron en demasía los vascos.

Un fallo en la salida del balón del canterano Rodri propició una contra en la que Susaeta metió un balón entre líneas que cogió la espalda de Víctor Ruiz. Iñaki Williams, solo ante Barbosa, se encontró con la manopla del argentino que salvó el 1-0. El canterano tomó nota, porque luego no erraría en la segunda mitad. También la tuvo Laporte, en un saque de esquina que se comió Barbosa, pero no acertó con la red.

Entonces, el Villarreal sacó las garras para adelantarse en el marcador. Un centro no excesivamente bueno de Castillejo, lo bajó Nahuel con la cabeza al área y, ante la pasividad defensiva, Baptistao superaba a Herrería. Minuto 16 y 0-1.

Tras esto, el Athletic se marchó arriba. No podía permitirse un resultado negativo en casa en la ida de una eliminatoria copera. Ésta es su competición y por eso buscaron un empate que se resistía. Una vez más apretó los dientes el Villarreal y con una gran parada de Barbosa, a disparo lejano de Susaeta, el submarino mantenía la ventaja. La ocasión de Susaeta fue en el minuto 37 y, en la siguiente jugada, la conexión de los Samus permitía doblar la ventaja. Un pase entre líneas de Castillejo permitía superar la presión defensiva. Allí aparecía García que, con un regate, se deshacía a Herrerín y anotaba el 0-2.

Ejercicio de impotencia

En el segundo tiempo, el Villarreal se visitó el disfraz de Mr. Hyde. Rebajó la intensidad el equipo amarillo, que no pudo igualar el hambre de los vascos. La presión rojiblanca superó a un equipo que comenzó a tener serias dificultades para sacar el balón controlado y evitar que el rival se acercara a su meta. Iñaki Williams incrementó el sufrimiento al acortar distancias en el minuto 54. La misma que había fallado en la primera parte, ahora la acertaba. Balón entre líneas de Beñat, el canterano solo ante Barbosa y, en esta ocasión, pelota a la red.

Puso más pólvora Ernesto Valverde, con la salida de Aritz Aduriz. La faceta ofensiva amarilla se desvaneció y Víctor Ruiz y Bailly se vieron acosados por la delantera bilbaína, ante la impotencia en la media de Rodri y Pina.

Aduriz forzó a Barbosa a emplearse a fondo con un fantástico cabezazo y otro cabezazo, en esta ocasión de Raúl García, se marchó fuera por el impreciso remate del jugador navarro. Entonces sucedió lo esperado. Aduriz igualaba ante la impotencia defensiva del Villarreal. Condujo muy bien Williams, su centro lo desvió Pina y el donostiarra, con un control magnífico, fusilaba a Barbosa.

Reforzó Marcelino la defensa con la entrada de Mario por Nahuel y el cambio de Bruno por Rodri. Pero fue inútil porque la zozobra no hacía más que crecer y se olía la remontada. Ésta llegó a balón parado. Una falta lejana la colgó con precisión Beñat, superando a toda la defensa. En la línea de fondo esperaba Laporte, sin marca, que cazó el esférico y volteó el marcador. Minuto 81 y el naufragio se consumaba.

La guinda fue la expulsión de Mario. En menos de un cuarto de hora vio dos amarillas y se perderá la vuelta. Lo mejor, que el partido se cerró con 3-2. Ahora toca olvidarse de la imagen de la segunda mitad y remontar con el calor de la afición en Vila-real.