La vida del prior de la basílica de Lledó, Josep Miquel Francés, ha transcurrido ligada a dos calles paralelas con nombre de santo, Sant Vicent y Sant Blai, en las que ha residido de forma alterna desde que llegó con apenas dos años a la capital de la Plana. Son dos arterias con identidad propia en las que se mantienen las relaciones de vecindad y en las que las festes de carrer ejercen una función integradora.

Sant Vicent y Sant Blai comparten origen. Ambas calles se trazaron a principios del siglo XVIII como consecuencia de la expansión de los dos ravals, el de Sant Fèlix y el de la Trinitat, que desbordaron los límites de la muralla de la ciudad. La primera calle tomó el nombre del patrón del antiguo Reino de Valencia y la segunda la del patrón de Castelló. Durante la II República,Sant Blai fue rebautizada como Primero de Mayo y retomó el nombre original en 1940, tras al Guerra Civil.

Pese a discurrir en paralelo, ambas calles tienen personalidades distintas. Sant Vicent es una vía comercial y de servicios, mientras que Sant Blai mantiene su esencia llauradora. No en vano, esta última se conocía con el sobrenombre de carrer del fem, ya que en ella habitaban agricultores que tenían animales en casa que generaban desechos.

Los recuerdos de la infancia y juventud se agolpan en la mente de Josep Miquel Francés, quien rememora algunos nombres propios de la historia reciente del barrio. De la calle Sant Vicent recuerda la joyería de Milagros Rosell y a Nieves 'La Carnissera'. También el taller de reparación de bicicletas Mir o el taller de fontanería de Antonio y Vicente Dols. Además, destaca que en esta calle vivió el pintor Ramón Paus, quien «rescató» junto al escultor Juan Bautista Adsuara la imagen de la Mare de Déu de Lledó por orden del alcalde republicano de Castelló (la imagen permaneció oculta hasta después de la Guerra Civil debajo del campanario de la parroquia de Sant Vicent Ferrer, en la plaza Fadrell).

En esta vía también se emplaza la tradicional pastelería Sant Vicent, que cambió de ubicación hace unos años, situándose en un local próximo al cruce con la ronda Mijares. El edificio donde nació la pastelería conserva en su fachada una capilla en honor a Sant Vicent y Santa Bárbara del siglo XIX. Otro establecimiento que resiste el paso del tiempo es Fotos Roda, fundado por el padre del actual regente en 1950.

Pulso económico

Josep Miquel Francés subraya con nostalgia que buena parte del comercio tradicional ha desaparecido, aunque la calle mantiene el pulso económico. Uno de los establecimientos que se ha convertido en referencia es Argot, una de las principales librerías de la ciudad, que cuenta con el atractivo añadido de albergar una concurrida cafetería. Por otra parte, Sant Vicent conserva algunos edificios históricos, entre los que sobresale uno de estilo regeneracionista que figura en el catálogo municipal y que precisa un lavado de cara.

Las fiestas de la calle (que se celebran el domingo siguiente al de Pascua) son una referencia en Castelló y al frente de la comisión organizadora sigue, a sus casi 94 años, Eugenio Beltrán.

El trasiego y bullicio de Sant Vicent (de hecho, el ruido que genera el intenso tráfico es uno de los problemas de los residentes) bajan de intensidad en la vecina Sant Blai, otra de las calles de referencia de nuestro protagonista. De este enclave, el prior de Lledó recuerda la vaquería que regentaban Pere «El Vaquero» y Rosita «La Lechera». También la tienda de Carmen «l'Almassorina» o vecinos como Pepe «El Serratí» y Ramón «El Cartero».

Josep Miquel recalca que de Sant Blai era Miquel Soler, histórico integrante de la agrupación musical «Els Llauradors» y exconcejal del PP en el ayuntamiento. De hecho, la popular rondalla tuvo en el número 30 su local de ensayo durante muchos años. También en esta calle vivió José Sánchez Adell, quien fuera cronista de la ciudad y un personaje fundamental dentro de la Sociedad Castellonense de Cultura.

La calle Sant Blai mantiene algunas casas del siglo XIX y es relevante que conserva, en pleno centro de Castelló, uno de los últimos atzucacs (callejón sin salida) de la ciudad. Sant Blai también tiene sus propias festes de carrer, que se celebran en febrero. Josep Miquel Francés destaca que el mantenimiento de esta tradición popular ha contribuido a que los residentes de la zona conserven los lazos de vecindad.