En los últimos cursos académicos las huelgas de los estudiantes en los institutos de educación secundaria han sido esporádicas coincidiendo con reivindicaciones de carácter general que abarcaba todo el país. El resultado siempre ha sido incierto en la consecución de sus objetivos, pero sin consecuencias para los alumnos en su quehacer académico excepto la falta de asistencia a clase del día de huelga. Sin embargo, no pensemos que sea un acto fútil ni mucho menos porque el alumno toma conciencia sobre la decisión de ir a la huelga y sobre los motivos para llevarla a cabo, y esto, evidentemente, forma parte de la educación en la adolescencia.

Durante el franquismo, recordemos que las huelgas eran ilegales y sus consecuencias comportaban, según el alcance, multas, cárcel o la inhabilitación para cargos en un futuro. Las huelgas de estudiantes fueron frecuentes en la Universidad, donde el movimiento estudiantil tuvo una cierta importancia en la desestabilización del régimen en los últimos años del franquismo. Pero en los institutos fueron protestas muy aisladas por hechos concretos que en general no pasaban a más.

Al respecto, en 1946 aparece, en el Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura, un artículo de Carlos González-Espresati Sánchez (en realidad lo firma con el pseudónimo Mateo Méndez) titulado: Una huelga estudiantil "fin de siglo". En él, de manera jocosa, narra la ficción de una huelga sobre el adelanto de las vacaciones navideñas en el instituto y la posterior manifestación por el camino al Mar con vicisitudes diversas. Una especie de broma y holgazanería sobre el asunto como se lo tomaron siempre muchos franquistas de a pie.

Sin embargo, durante la II República sí que tuvieron la significación y la importancia correspondiente a una democracia, relacionadas casi siempre en este caso con las protestas que al mismo tiempo se daban en las universidades, como pasó con la del instituto de Castelló el día 18 de abril de 1934.

Los datos sobre ella están recogidos en un informe del propio centro donde aparece la formación de un Consejo de Disciplina integrado por profesores, también los alumnos implicados en la misma y la trascripción de los interrogatorios que el profesor encargado por el director realizó para la instrucción del caso. Finalmente constan las consecuencias académicas sobre los mismos.

Ese 18 de abril, a las 8.30 de la mañana, una serie de estudiantes de bachillerato y magisterio simpatizantes de la FUE, situados en los alrededores del Instituto y en actitud de piquete, intentaron impedir la entrada de otros alumnos en el centro incitándoles a la huelga, coaccionándolos físicamente (empujones, pellizcos, golpes) y con palabras, lanzándoles al mismo tiempo petardos a su paso. Otros alumnos asaltaron al centro por la reja de hierro del jardín posterior y por la principal, desobedeciendo a los conserjes, para intimidar a los alumnos que ya estaban dentro e impedir que entraran a las aulas. La policía detuvo a tres alumnos del exterior (Vicente Moltó Martínez, José Cirujeda Calatayud y Gonzalo Ballesteros Ferrer), que serían liberados al final de la mañana. Dentro, los conserjes retuvieron a dos alumnos, uno de los cuales logró huir. No hubo heridos, solo un conserje se cortó con un cristal de la puerta al quedar encerrado en el patio. Después, las clases se dieron con normalidad.

Estos incidentes fueron recogidos por el Heraldo de Castellón, explicando sobre todo la actuación paternalista del gobernador civil, liberando a los tres estudiantes, después que una comisión de alumnos de la FUE se presentara en seguida ante él solicitándolo. También resaltaron la presencia de alumnos de la universidad de Valencia, relacionados con Castelló para apoyar la huelga.

La causa de esta huelga fue la solidaridad con los compañeros de Valencia y la protesta por el asalto de los locales de la FUE de la Facultad de Medicina y de Bellas Artes de la universidad de la vecina capital, por los estudiantes falangistas. Ante estos incidentes el director del instituto, Francisco Sánchez Faba, reunió al Consejo de Disciplina del centro, del cual formaban parte los siguientes profesores numerarios: José Sanz de Bremon Aparisi, Francisco Esteve, Salvador Guinot, Emilio Aliaga, Francisco Almenar, Vicente Martínez, José Mª Gallart, Julia Villén, Mª Teresa Oliveros, Emilio Llopis, Martin Rodríguez -como secretario- y José Mª Conillera, decidiendo nombrar como profesor instructor a este último, catedrático de filosofía y sacerdote, el cual procedió a interrogar de inmediato a los porteros, alumnos encausados y a los alumnos testigos. En total aparecen 17 alumnos encausados, de los cuales cuatro son de la Escuela Normal y dos de la universidad de Valencia. Además se interroga a 4 miembros del personal subalterno y a 31 alumnos más, como testigos.

Tres días después de los hechos ocurridos y concluida la instrucción se tomaron los siguientes acuerdos sancionadores, según el Reglamento de Institutos y el Real Decreto de disciplina escolar del 11 de enero de 1906:

Expulsión de un año del instituto y pérdida de escolaridad sin poder cursarlo en otro establecimiento del Estado a José Cirujeda Calatayud y a Jose Fibla Viciano. Pérdida de escolaridad del curso, aunque pudiendo examinarse en septiembre después de volverse a matricular, a Leandro Fernández Vaquero, José Sorribas Franch, Vicente Comas Aldea, Enrique Galera Rafols, Emilio Navarro Higuera y Vicente Moltó Martínez. Absueltos por falta de pruebas: Vicente Amat Torrella, Miguel Peris Segarra, José Portolés Soler y Francisco Vilar Boscar. Unas consecuencias más severas que las del propio gobernador civil por afectar el orden académico, pero que muestra también el carácter conservador de la dirección y de la mayor parte del claustro de profesores.

Todos los encausados eran alumnos del Instituto y afiliados o simpatizantes de la FUE, que era el sindicato estudiantil de izquierdas fundado en plena dictadura de Primo de Rivera, que agrupaba tanto alumnos de instituto como de universidad. Los alumnos de esta última que participaron, José Guallart Segarra y Gonzalo Ballesteros Ferrer, no serían encausados en el Instituto. Desconocemos si hubo consecuencias para ellos en sus respectivas Facultades. Igual ocurre con los de la Escuela Normal, José Blanco Serrano, Pedro Navarro Vilarrocha y Ramón Martorell Palau.

En el Diario de Castellón del día 21 de abril y en República del 19 de abril aparecieron sendos artículos criticando las acciones de los alumnos huelguistas, pidiendo incluso el primero la disolución de la FUE con argumentos muy parecidos a los actuales: más estudiar y menos protestar. Los tiempos parece que hayan cambiado pero no logramos aprender que una acción reivindicativa desde el ámbito escolar también forma parte de la educación de nuestros alumnos.