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Pueblos del interior claman ante los nuevos cierres de oficinas bancarias

Sueras y San Rafael del Río se suman a la lista de municipios de Castelló sin sucursal

En Sueras, un pequeño municipio de 600 habitantes enclavado en el corazón de la Serra d´Espadà, se han quedado sin oficina bancaria. El pasado 15 de enero se consumó el cierre de la sucursal, aunque el ayuntamiento ha llegado a un acuerdo para que dos veces a la semana acuda al pueblo personal de la caja y atienda a los clientes en un bajo municipal. El de Sueras no es un caso aislado, ya que hay en otros municipios del interior se han registrado recientemente nuevos cierres de oficinas bancarias y reducciones del servicio de atención al público, agravando la exclusión bancaria del Castelló rural.

El alcalde de Sueras, Josep Martí, asegura mantener contactos con entidades financieras para la instalación de un cajero automático y contempla organizar una campaña de recogida de firmas para reforzar la petición. El reciente cierre de la oficina de Cajamar, señala, «es fatal para el municipio, sobre todo para la gente mayor, que representa una parte importante de la población». Personal de Cajamar se desplaza a Sueras los martes y jueves para atender a los clientes y el ayuntamiento pide que también haya servicio el 25 de cada mes, que es el día de cobro de los pensionistas. La oficina más cercana se encuentra en Tales, a tres kilómetros de distancia.

En San Rafael del Río -municipio de 550 habitantes situado en el límite con Tarragona- también se han quedado sin oficina bancaria. La única que había cerró el pasado día 15. El alcalde, Domingo Giner, considera que es un «agravio comparativo» y un quebradero de cabeza para los vecinos, muchos de los cuales son mayores y no manejan la banca electrónica. En el pueblo hay un cajero, pero el alcalde señala que es insuficiente. «Por ejemplo, los propietarios de los bares necesitan hacer ingresos en efectivo y ahora se ven obligados a trasladarse a Traiguera, Ulldecona o la Sénia», explica. El ayuntamiento negocia con Cajamar para que venda o alquile la oficina a otra entidad, como podría ser Caixa Vinaròs, que ha mostrado interés.

En Forcall, la situación es mejor. La oficina de Cajamar se mantiene y Bankia mantiene el servicio a través del ofibús de Bankia. Eso sí, los clientes de esta última entidad tienen que ser previsores, ya que la unidad móvil pasa por el pueblo cada quince días.

El alcalde de Rossell, Evaristo Martí, expuso el problema en el pleno de la diputación del pasado martes, alertando de una nueva oleada de cierres de oficinas bancarias y reducción del servicio. Su pueblo no es una excepción, ya que desde hace dos meses la única oficina limita a tres días por semana la atención al público. En Catí ha ocurrido lo mismo con la sucursal de Cajamar, mientras que Bankia presta servicio con el ofibús, que acude una vez a la semana.

Los alcaldes de los municipios afectados coinciden en que la exclusión financiera es un problema añadido que acentúa la brecha entre el interior y la costa y propicia la despoblación de las zonas rurales ante la falta de servicios y oportunidades.

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