Noventa minutos de risas ininterrumpidas. Ese sería el resumen perfecto para «15 años no es nada», el show con el que Carlos Latre se hace un auto-homenaje para celebrar el tiempo que lleva en la profesión. Su regreso a Castelló era uno de los más esperados y el humorista y presentador grauero no defraudó. Colgó el cartel de «entradas agotadas» en las dos sesiones del fin de semana y no dejó indiferente a nadie con la imitación de los más de 150 personajes a los que «reencarnó» sobre el escenario.

Justo el 24 de enero se cumplía esa efeméride y qué mejor forma de celebrarlo que en su tierra, ante su familia y amigos, y ante un público entregadísimo que le ovacionaba con cada mención a la provincia que hacía. Y es que no todos los días se puede escuchar a Boris Izaguirre hablando de las gaiatas o a Julio Iglesias cantando el popular tema «Vivimos en Castellón» de Tom Bombadil, ni mucho menos a Cristiano Ronaldo ensayando otro grito que lo caracterice y que este no sea otro que el «Pam, pam, orellut».

Con todas esas referencias, que el humorista prepara en cada una de sus funciones, era fácil ganarse al público, que sintió como si fuera propio, y al mismo tiempo perdonó, el ataque de risa de Latre cuando imitaba a Nina de «Operación Triunfo».

En «15 años no es nada», el televisivo Latre es capaz de mantener él solo un diálogo entre Mourinho y Florentino Pérez, de cantar como Lola Flores o bailar como la duquesa de Alba, de protagonizar un debate en el Congreso de los Diputados entre Mariano Rajoy, Pedro Sánchez o Pablo Iglesias, y de imitar a prácticamente la totalidad de los personajes de «Los Simpsons».

Todo sobre un escenario en el que cuatro focos y unas solitarias escaleras hacen viajar al espectador hasta donde Latre se propone. Un Latre que deja bien claro que es un artista en mayúsculas y que bien podría haberse dedicado a la canción porque el chorro de voz que atesora cuando imita a los triunfitos David Bisbal, Bustamante o Rosa López dejó sorprendido a más de uno, al igual que su facilidad para el baile.

Como no podía ser de otra forma, el one-man-show del cómico grauero repasó el mundo de la radio y la televisión, la actualidad política y deportiva, y tuvo su final en «Crónicas Marcianas», el programa que lo lanzó a un estrellato en el que todavía se mantiene.