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«Si los mercados pagaran 10 céntimos más por kilo, el agricultor viviría dignamente»

«Si los mercados pagaran 10 céntimos más por kilo, el agricultor viviría dignamente»

¿La clemenules sigue siendo una apuesta de futuro?

Todas las clementinas tienen venta. El cliente no se ha cansado de la clemenules. El problema es que fue tan buena en su origen y dio tan buenos resultados, que todos plantaron esta variedad, pero no sólo aquí, sino en muchas partes del mundo, y ya se sabe que cuando hay mucha oferta y la demanda es poca, los precios bajan. Es paradójico que la mejor clementina sea en la actualidad la que peor cotización tiene en el mercado. El caso es que nuestra cooperativa tiene un 80% de producción de clemenules y las campañas ya no son lo que eran, antes había clementinas hasta el mes de marzo y ahora difícilmente se llega a finales de enero, y tenemos clientes que nos piden variedades más tardías para comprometer la campaña completa y nos toca comprarlas para poder darles servicio.

¿Dónde estaría entonces la solución?, ¿considera que está la clemenules condenada a desaparecer por pérdida de competitividad?

De ningún modo. La solución nos la da el propio mercado. Lo que estamos pidiendo a nuestros socios es que en algunas zonas, apostaran por otras variedades que tienen mejor cotización en estos momentos, como serían las «pris» o las «arrufatinas», que se empiezan a vender en septiembre, o las «nadorcots» u «orris», que nos ayudarían a alargar la campaña. Si hubiera menos clemenules en el mercado, quienes la producen podrían sacar mejores resultados, como sucede con estas otras variedades.

Entonces, si la solución es buscar alternativas, ¿por qué Nules sigue aferrándose a la clemenules mayoritariamente?

Antiguamente, cuando esta variedad daba dinero, el agricultor iba injertando poco a poco hasta que prácticamente todo fue clemenules, y así lo hicieron muchos, porque nunca había bastante producción para dar respuesta a la demanda. Pero eso era antes. Las circunstancias actuales son otras muy distintas. Ahora el agricultor cada año se plantea aguantar una temporada más, porque los años adversos le han descapitalizado. Por otra parte, el sector también está envejeciendo y hay gente que pierde la ilusión por probar otras cosas, y los productores que tienen ilusión por transformar no pueden asumir los gastos que eso supone. Hay que tener en cuenta que las nuevas variedades están protegidas y se tienen que pagar royaltys por ellas, por lo que todo se junta. Aunque la naturaleza es sabia y al final el cambio, a la larga, se producirá.

Y entonces, ¿qué cree que tendría que suceder para que el agricultor dejara de cerrar cada campaña con la certeza de que no tiene compensación por su trabajo?

Es muy simple. Si las grandes cadenas, que son las que controlan el mercado, pagaran el kilo de clementina a 10 céntimos más, el agricultor podría vivir dignamente de su trabajo. Y las naranjas seguirían vendiéndose, porque una mujer que va al supermercado a comprarlas, lo hará si valen 0,90 céntimos o si le cuestan un euro, pero la diferencia para el productor sería considerable, podría plantearse invertir, injertar en nuevas variedades y recuperar la ilusión, porque ya lucha bastante cada día contra las inclemencias climatológicas. La gente mayor decía que la tierra ofrece una riqueza muy falsa, porque cuando cierras la puerta de casa, te dejas la cartera fuera.

Tanto es así que los problemas aumentan, no disminuyen. ¿Se preocupa el sector por cuestiones como el cambio climático?, porque los últimos años de calor se han convertido en una adversidad inesperada que está afectando de forma seria tanto a la producción como a la calidad.

El gerente de Nulexport durante muchos años, Juan Arnal, ya nos decía en su día que el cambio climático estaba ahí y que deberíamos aprender a vivir con él. Hace 50 años era impensable que el calor pudiera mermar la cantidad y la calidad de las clementinas, pero ahora es un hecho. Todos los cambios afectan. Algunos productores creen que los pies tolerantes a los que tuvimos que recurrir por la tristeza hacen que la naranja aguante menos; hay quien cree que el cambio del riego a manta al localizado, también ha influido. Pero el sector citrícola en esta comunidad siempre ha sido de gente muy emprendedora. En su momento cogieron las maletas y se fueron a Inglaterra y otros países europeos, sin ni siquiera conocer el idioma, para montar el negocio y poner en valor nuestro producto. Buscamos constantemente nuevas variedades, apostamos por la nueva maquinaria y, pese a que nunca hemos contado con el apoyo de las administraciones, como sí que ha pasado con otros sectores más mediáticos, el sector citrícola se ha mantenido, aunque ha sido a costa del bolsillo de muchos propietarios, que a pesar de no tener beneficios han continuado trabajando.

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