Nadie sabe decir con precisión cuándo pasó, posiblemente porque de manera oficial no ha pasado todavía, pero el Museu de la Pau de la Vall d'Uixó, que nació en diciembre de 2000, como un referente nacional al ser el primer museo de esta temática existente en España, hoy es solo un recuerdo guardado en cajas. O tal vez no, porque este fin de semana el Casal Jaume I, y algunas de las personas que estuvieron vinculadas en su momento con esta iniciativa, decidieron recordar su existencia y la motivación que llevó a crearlo, coincidiendo con la celebración del Día de la Paz.

Entre los invitados al acto estaba, precisamente, uno de los fundadores del Museu y que todavía habla de él como esa experiencia extraordinaria que situó a la Vall d'Uixó en el mapa de la paz a nivel internacional, que se dice pronto. Vicent Martínez Guzmán, filósofo jubilado, recordaba que este museo nació al amparo del Master d'Estudis per la Pau, que él dirigía, de la inquietud de un grupo de maestros, «personas muy comprometidas y competentes», según no duda en afirmar, y con el apoyo de dos instituciones, el Ayuntamiento de la Vall d'Uixó y la Fundació Caixa Castelló, que no solo facilitaron su fundación, sino que además pusieron el dinero.

Martínez Guzmán destaca que en aquel momento, el que en la actualidad es el referente nacional de esta temática, el Museo de la Paz de Guernica «era solo un proyecto, y el de la Vall ya había empezado a funcionar», pero de una manera tan eficiente que pronto entró a formar parte de la red internacional de museos de esta naturaleza.

La ilusión del equipo directivo, así como las ganas de que el lenguaje de la paz se convirtiera en la mejor herramienta de diálogo fue el motor que hizo volar el proyecto tan alto que pronto fueron conscientes de que la sola voluntad de quienes lo habían creado no era suficiente para seguir manteniéndolo, «hacía falta profesionalizarlo». Así se lo expresó al gobierno municipal el equipo directivo y así asumieron el compromiso los políticos de turno, al menos así lo hicieron público en junio de 2008.

La entonces alcaldesa, Isabel Bonig y el diputado provincial de Cultura, Miguel Ángel Mulet, se comprometieron públicamente a impulsar esta propuesta. Bonig dijo que el museo tenía un volumen de trabajo «muy elevado y en ocasiones, se tienen que dejar de hacer cosas por falta de personal. Esa es una limitación que no nos podemos permitir», tal y como recuerda la hemeroteca. Ambos representantes políticos anunciaron la firma de un convenio de colaboración, del que nunca más se supo. Vicent Martínez Guzmán no duda en afirmarlo: «las autoridades no estuvieron a la altura».

El tiempo fue pasando, Lola García, su última directora, explica que simplemente no hubo más declaraciones, ni más titulares, y la espera llevó a que se disminuyera la actividad, hasta que prácticamente fue inexistente. El último paso fue el que tomó un concejal de Cultura que decidió que el espacio que ocupaba el Museu de la Pau en el Palau de Vivel se estaba desperdiciando, por lo que se retiró la exposición permanente. Y sin hacerlo de forma oficial, se certificó la muerte del museo en su mejor momento.

Vicent Martínez , un hombre de paz, pero sobre todo de reflexión, se mostró especialmente esperanzado, porque «es bueno que haya sido la sociedad civil, la asociación de mujeres Clara Campoamor, la que haya decidido al menos recordar este proyecto». Gracias a ellas y al Casal Jaume I la semilla que estaba en plena germinación cuando se cortó su crecimiento vuelve a estar, al menos, de actualidad.