El Castellón mascó la tragedia en Castalia, pero en lugar de tragársela consiguió escupirla cuando empezaba a atragantarse con ella. Los albinegros derrotaron al Borriol en un derbi insípido, gracias a un gol de Antonio en el minuto 19. Sin brillo ni lujos, sin alardes ni fiesta, la victoria vale al cabo lo mismo: tres puntos vitales para frenar el amago de racha negativa, recortar dos puntos a todos los rivales directos y recuperar plaza en la zona de promoción de ascenso. Los de Kiko Ramírez se lamen las heridas antes de visitar al Atlético Saguntino, temible líder de la categoría. El Borriol, por su parte, pagó su exceso de timidez con una justa derrota. Lejos del brioso equipo que arrasó al Castellón en la primera vuelta, ayer pasó de puntillas en ataque, acusó las bajas en defensa y falló con estrépito en la marca de Antonio, un tótem solitario en el 1-0 letal y definitivo.

El partido amaneció perezoso. El Castellón llevó la batuta, de entrada, y pronto la opción de buscar por alto a Antonio, la gran tentación y máxime con las bajas del Borriol en el eje de la zaga, se impuso contra cualquier otra. Se manejó bien Jorge Giménez en el paisaje, muy activo de inicio por la diestra, y por ahí germinaron las mejores llegadas. Hubo duelo de juego directo, en el ir y venir aéreo, porque el Borriol calcó el plan cambiando el nombre de Antonio por el de Héctor. Nadie anduvo fino y ágil por bajo, y las ocasiones llegaban en el modo rudimentario. Hubo cruces salvadores en la segunda jugada: uno del debutante Juanfran García a pies de Pino, otro de Javi Mora in extremis cuando Meseguer encaraba al portero Emeka.

El solitario 1-0 llegó en el minuto 19, en una jugada de ortodoxa academia. Marc Castells barrió un balón dividido justo en la línea medular y sirvió el pase sencillo para Jordi Marenyà, que condujo la bola hasta la frontal, batiendo líneas rivales y fijando a la zaga rojilla. La apertura de Marenyà la mejoró Jorge Giménez con una rosca melosa. Antonio, poderoso y llamativamente solo en el balcón del área pequeña, aseguró el cabezazo picado.

En ventaja, el Castellón bajó un pistón y el Borriol tomó aire. Hubo cierto despiste albinegro, esa característica mezcla entre temor y relajo, palpable en ambas áreas, perdido el hilo del funcionamiento del mecanismo colectivo. Se creció el equipo de Fernández Cuesta, y pudo empatar al encontrar espacios para ello, pero todo lo hizo con fuegos de artificio. Arturo Navarro, otro debutante orellut, evitó el 1-1 al despejar un centro de Colomer que se disponía a embocar Héctor Zaragoza.

Sin mordiente

Fue Colomer el único en saltarse el guión anodino. Acostado en la izquierda, mantuvo un bonito duelo con Luismi. En la segunda mitad, de hecho, reclamó un penalti en una carga al límite entre los dos protagonistas.

Si en el primer tiempo pasó poco, en el segundo todavía menos. En la primera media hora de la reanudación, absolutamente nada. Kiko y Cuesta movieron el banquillo, pero las balas de Ebwelle y Tabares fueron más gaseosa que otra cosa. Cuando creció el cansancio hubo cierto desparrame, aunque el partido jamás se rompió del todo. La incertidumbre propia del marcador ajustado creció con el paso al frente del Borriol, en sucesión de intentonas baldías, con algún pico a pelota parada. El Castellón controló la ventaja y tuvo las dos ocasiones más claras. En el 88, Meseguer, que tuvo unodeesosdíasque, lanzó fuera un balón muerto en la frontal, con la portería desguarnecida tras salida en falso de Emeka. Y en el 90, el propio Meseguer condujo una contra que cortó Jaume derribando a Ebwelle en la media luna del área. La falta la enroscó Juanfran al travesaño, dejando abierta una rendija que el Borriol no supo convertir en falla.