En plena avenida Rei En Jaume se sitúa uno de los establecimientos más concurridos de Castelló, la Cervecería Cruz Blanca Monterrey. El trasiego de clientes comienza a primera hora de la mañana, con los suculentos desayunos que preparan en el local regentado desde hace casi una década por dos veteranos de la hostelería, Francisco Patiño y Lorenza Verjas.

Un zumo de naranja natural recién exprimido, una tostada de pan de pueblo y un café o una infusión son el mejor combustible para arrancar la mañana. De hecho, hay clientes fieles que siempre dan su primer bocado del día en este establecimiento.

Los almuerzos marcan el segundo momento álgido de su actividad. Los bocadillos se convierten en el tentempié más deseado para los trabajadores de la zona que aprovechan el descanso matinal para coger fuerzas. Los bocadillos de lomo, ternera o tortilla de gambas y los sandwiches son la elección estrella. Las tapas también triunfan, sobre todo las patatas bravas.

Y todo acompañado de una cerveza bien tirada. Este líquido elemento se cuida con esmero en el Monterrey, que cuenta con una cámara frigorífica preparada especialmente para los barriles. La cerveza sale a una temperatura idónea y la destreza de los camareros hace el resto: el resultado es una caña con la proporción justa de espuma y lo suficientemente ligera como para querer repetir.

Ya a la hora de comer los clientes pueden optar por menús variados que cambian día a día y en los que las carnes y los pescados son los reyes. Además, durante el fin de semana el plato principal suele ser un arroz, que Francisco maneja a la perfección en todas sus variantes.

«Lo que más destacaría de nuestra cocina es la calidad de los productos, no servimos una carne o un marisco cualquiera, no escatimamos, servimos lo mejor del mercado», dice con orgullo la hija de los dueños y trabajadora del establecimiento, Lidón Patiño, quien también hace hincapié en el premio nacional de seguridad alimentaria que ganó hace unos años el local.