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El miedo a los petardos es una fobia autóctona

Los pacientes que se someten a terapia se enfrentan al miedo exponiéndose a los cohetes e, incluso, estallando artefactos pirotécnicos

El miedo a los petardos es una fobia autóctona

La ligirofobia es el término técnico con el que se designa el miedo a los petardos y, en general, a los ruidos fuertes de explosiones. La fobia a los fuegos de artificio se puede extender a actos más cotidianos como el descorche de una botella, el estallido de un globo, el sonido de un tambor o incluso el ruido -para muchos adictivo- del plástico de burbujas que, por raro que parezca, pueden desencadenar una reacción de miedo irracional en algunas personas. Esta fobia es «prácticamente exclusiva de la Comunitat Valenciana y de Cataluña», explica el psicólogo castellonense, Adrián Sánchez Sobrino, quien trata a personas afectadas. No es de extrañar que sea un mal endémico, si se tiene en cuenta que son las dos comunidades autónomas en las que más se usa la pólvora.

El disparo de una traca puede provocar ataques de ansiedad y de pánico, que se manifiestan con síntomas como la hiperventilación, la taquicardia, los sudores fríos o la sensación de mareo. «Lo típico de cualquier fobia», señala el experto. El miedo se desencadena por una mala experiencia o por un aprendizaje negativo y va creciendo hasta convertirse en algo patológico. «El que tiene fobia a las cucarachas o a las ratas piensa que le puede pasar algo malo si se acerca (es el componente cognitivo de la fobia), y cuando se encuentra con estos animales escapa o los evita (el componente conductual)», detalla Sánchez Sobrino. Con los petardos sucede lo mismo. Esta fobia no tiene porqué derivar de un accidente con shock postraumático, basta una experiencia negativa en la infancia para que se desencadene.

El miedo puede llegar hasta tal punto que «hay gente que en las fiestas de la Magdalena no sale de casa por temor a los petardos», añade el psicólogo. No es una fobia común, aunque también es verdad que, según el experto, «a la gente le da vergüenza reconocerla porque los cohetes son un tema muy festivo y social que gustan a mucha gente».

No obstante, es posible superar este miedo. El psicólogo combina la terapia cognitiva con la de exposición: por un lado, establece «tareas destinadas a detener y bloquear los pensamientos negativos y cambiarlos por positivos», mientras que, por otra parte, expone al paciente a situaciones de miedo de forma progresiva hasta que es capaz de presenciar una mascletà o, incluso, de tirar petardos.

El tiempo de terapia varía en cada caso y el éxito es factible, aunque «es normal que una persona que ha tenido fobia lo pase peor, incluso después de superarla, que otra que no la ha sufrido», señala Sánchez Sobrino. La idea clave es llegar a controlar la ansiedad que produce la exposición a los fuegos artificiales. En definitiva, según el experto, «se trata de borrar lo negativo y aprender de nuevo».

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