Un elemento indisoluble de las fiestas de la Magdalena es la comida. Cualquier acto festivo que se precie debe ser acompañado de algún manjar. Es más, numerosos encuentros programados durante la semana grande de Castelló se centran en la gastronomía, considerada ya un acto festivo en sí mismo. Una paella, una torrà de chuletas y embutidos o una buena olla pueden convertirse en el pretexto idóneo para pasar un rato agradable en torno a una mesa con amigos y familiares.

Con ese objetivo se reunieron ayer unas 1.700 personas en el Parc dels Jocs Tradicionals de Castelló, donde la Federació de Colles organizó la VII Muestra Gastronómica y de Vehículos Engalanados. El evento batió el récord de asistencia en esta edición, con 200 collas participantes y 200 comensales más que el año pasado.

El secreto de la alta participación es sencillo: los colectivos festeros tienen ganas de pasarlo bien y, sobre todo, de comer bien. Además, el día acompañó, con un sol que animaba a estar en la calle y sin las molestias del viento que han estropeado más de un acto esta semana.

Cada colla eligió su propio menú: algunas se decantaron por los arroces típicos de la tierra y otras prefirieron guisos tradicionales con carne y verduras acordes con esta época del año. Hay agrupaciones que van a lo práctico y echan a las brasas una cantidad generosa de longanizas, morcillas y panceta, que luego meten en barras de pan untadas de tomate y allioli. El menú de los excesos puede ir regado con algún buen caldo o, simplemente, con refrescos que ayuden a digerir tan copioso ágape.

El postre lo pusieron las exhibiciones de juegos tradicionales que se celebraron durante la jornada, para disfrute de los niños y descanso de los padres, que pudieron comer y charlar con tranquilidad mientras los más pequeños correteaban por el parque, jugaban al sambori y saltaban en los hinchables instalados para la ocasión.