El alcalde de Peñíscola, Andrés Martínez se congratuló ayer por el logro conjunto de consistorio y Asociación de Amigos del Papa Luna al conseguir la declaración BIC para los tesoros pontificios «es de justicia» dijo, tras la confirmación de la declaración por parte del Consell.

La cruz procesional y el cáliz del Papa Luna, así como el lignum crucis o relicario empleado por su sucesor, Clemente VIII, son los tres tesoros que han obtenido este reconocimiento atendiendo a una serie de particularidades y especificidades y a su mérito histórico artístico.

Las tres piezas, que datan de principios del siglo XV, son exponentes del arte ojival comarcal que prestigian los talleres de Sant Mateu. Concretamente, la cruz y el cáliz cuentan con el punzón de estos talleres que el propio rey otorgaba a los orfebres de mayor prestigio del reino. El relicario, de origen desconocido, cuenta con influencias francesas, italianas y valencianas en su estilo, por lo que los estudios y la documentación analizada sobre esta joya concluyen en la posibilidad de que su origen fuese la corte de Aviñón, de donde fue trasladado a los talleres de Sant Mateu, en los que se efectuaron los últimos cambios. Es decir, sería reelaborado para Clemente VIII, incorporando su escudo papal.

Estos nuevos BIC son auténticas piezas de madera de la cruz en la que se crucificó a Jesucristo. La AAPL ha realizado a lo largo de los últimos años una recopilación minuciosa de documentación sobre los tres tesoros pontificios y elaborado un informe, que están ultimando, en el que se sostiene la procedencia templaría de los pequeños fragmentos de la Vera Cruz o el auténtico Leño de Cristo que se encuentran tanto en la cruz, como en el relicario, reliquias documentadas en inventarios de la Orden del Temple (1310 y 1311) y que se han contrastado con otros, uno papal de 1430 y otro de los herederos de Clemente VIII de 1448.

En 1430, tras la apertura de la lápida sepulcral de Benedicto XIII en Peñíscola para el traslado de sus restos a su lugar de nacimiento, Illueca, se encontraron multitud de reliquias que se explicitan en los citados inventarios.

La singularidad de estas joyas reside en que fueron empleadas en la liturgia por parte de Papas de Peñíscola durante el Cisma, entre los años 1411 y 1423, por el Papa Luna, y entre los años 1423 y 1429 por Clemente VIII.

Su valor artístico

Gran valor artístico

Por lo que respecta a sus características y valor artístico, los estudios destacan el valor de la filigrana y los esmaltes originales, el detalle de los escudos heráldicos pontificios y lo extraordinario de los anagramas en latín y griego de Jesucristo, así como otras marcas aun no identificadas por los estudiosos en la materia. La cruz posee grabadas representaciones de Cristo patines, Descendimiento de la cruz, representaciones de peces, el escudo papal de Benedicto XIII y el escudo foral de Valencia. En el Signum crucis las imágenes son Virgen entronizda, Varón de Dolores, Dolorosa, San Juan evangelista, soldados guerreros y el blasón pontificia de Clemente VIII.

Atendiendo al valor singular de la Cruz Procesional, los estudios destacan la excepcionalidad del cristal de roca que la conforma, tallado y pulido en Alemania con la técnica Glyptein y llegado a los obradores valencianos procedentes de Venecia.

En cuanto al cáliz, la documentación desvela que fue considerado prototipo para la elaboración de una serie de cálices denominados cálices del Papa Luna, durante el s, XV por toda la Corona de Aragón. El modelo de Peñíscola posee más rica ornamentación y esbeltez.

Por lo que respecta al lignum crucis, el análisis estilístico, revela proporciones y geometría excepcionales a pesar de la mescolanza de influencias estilísticas de varios países, lo que lo convierten en una pieza de valor y riqueza inusitada.