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La ciudad recupera la rutina

La ciudad ha dado ya carpetazo a 9 días de fiestas. Ayuntamiento, gaiatas, collas y todas las entidades que han participado en la Magdalena de 2016 se afanaban por dejar las calles en las mejores condiciones. Algunos lo lograron, otros se lo tomaron con más calma

Tablados ayer en la plaza Mayor. carme ripollés

La velocidad con la que la ciudad de la Plana recupera su rutina llega a sorprender. La noche del domingo los castellonenses apuraban los últimos sorbos de unas fiestas que se han vivido intensamente en la calle. Si el desfile final y el Magdalena Vítol concentraban el interés en el centro de la ciudad, los diferentes mesones y carpas distribuidos por todos los rincones de la urbe seguían disfrutando del epílogo de la Magdalena 2016.

La ciudad se asomó ayer a un lunes especial, el que daba carpetazo a nueve días en los que había más gente al aire libre que en sus casas. Algunos colegios e institutos dieron el regalo a sus alumnos de entrar media hora más tarde, algo que tampoco supone consuelo para los estudiantes que ya lloraban el domingo tener que volver a las aulas. Menos afortunados eran los vecinos que tenían que volver a la oficina o a la fábrica, sobre todo aquellos y aquellas que han estado vinculados a entidades festeras como gaiatas, collas o cualquier otro colectivo que se implica casi las 24 horas del día en potenciar los actos del programa de fiestas.

Los más madrugadores, además, pudieron comprobar de primera mano cómo las brigadas municipales se encargaban de aplicar un notable lavado de cara a una ciudad que apenas unas horas antes estaba en pleno ebullición. Un ejemplo claro era la explanada y las calles anexas al Palau de la Festa, ubicación escogida este año para un Mercat de la Natura que ha sido un éxito de público quizás inesperado.

Hasta bien entrada la noche, este punto de encuentro de la fiesta, con artesanía y gastronomía como atractivo, era un auténtico hervidero de gente que empieza a tener como tradición despedir la Magdalena tomando el último bocado en alguno de los puestos de esta feria artesanal. Es por ello que sorprendía cómo ayer, con la salida del sol, los vecinos de la zona pudieron comprobar que apenas había rastro de todos los puestos distribuidos por el Palau, desmontados en plena noche para que la ciudad retomase la rutina sin ningún obstáculo. Los operarios municipales se afanaban así en dejarlo en las mejores condiciones.

El desmontaje de las carpas era otro de los retos del día, sobre todo porque muchas de ellas han cortado varias calles durante las fiestas fundacionales. Algunos lo consiguieron a lo largo de la mañana, pero en otros no había tanta prisa para retirarlos del lugar, como el mesón de la tapa de la plaza de España, donde la basura seguía presente durante todo el día, algo sin duda para olvidar.

Las gaiatas de las 19 comisiones festeras, por su parte, fueron regresando a sus almacenes, algunas de ellas por la noche para no afectar el tráfico, aunque otras seguían siendo mudos testigos de la fiesta a lo largo del día, pendientes de ser retirados por sus responsables.

El lunes siguiente al final de las fiestas es también cita para muchas personas que quieren acercarse hasta la Basílica del Lledó. Allí puede contemplarse todavía el manto de flores dedicado a la Virgen que se diseñó el pasado sábado de mano de los castellonenses en uno de los actos de más participación. Habitual ha sido durante años ver como las flores desaparecían del lugar, pero una visita ayer por la mañana permitía contemplar que en esta ocasión se ha respetado el florido mural.

Nueve días de festejos dan pie a una acumulación de basura notable, aunque los más de cien trabajadores que han trabajado a diario y el medio centenar de vehículos de mantenimiento han sido capaces de recuperar la imagen de la ciudad de forma adecuada.

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