Tras cumplir el novenario y recibir el cariño de los benicarlandos, el Cristo del Mar regresó ayer de nuevo a su hogar, la parroquia de Sant Pere, y lo hacía acompañado por miles de benicarlandos. Unas horas antes, a las 18.00 horas, el templo parroquial de San Bartolomé acogió el pregón de apertura de la Semana Santa a cargo de la Hermana Aránzazu Palau García, provincial de la congregación de Nuestra señora de la Consolación, por lo que la bajada de la imagen del Cristo del Mar confluía también con uno de los momentos álgidos de la Semana Santa en la localidad. Un pregón al que seguía a las 18:30 el pasacalle de las diferentes bandas de bombos y tambores de la ciudad y que se convertía en el preludio de la procesión vinculada al Cristo, que tenía lugar a las 20.30 horas en una tarde que se convertía en una muestra de entrega.

Como sucede durante la procesión de subida de la imagen a la parroquia de Sant Bertomeu, el silencio se trasformaba en un símbolo de respeto y devoción en el momento en que el Cristo del Mar pasaba. El ritual litúrgico en el cual cada año renueva su abnegación la población benicarlanda se remonta a varios siglos atrás, por lo que se trata de una antigua procesión que se ha conservado desde que en 1650 la llegada de la imagen salvó al municipio de la peste bubónica.

La procesión contó con el ritmo marcado por los bombos y tambores, que aportan una gran solemnidad a la manifestación religiosa, y por la presencia de los puntos de luz de los cirios, que iluminan a su paso la querida imagen que custodian marineros, como es tradición. Una imagen que llegó del mar y que en de Benicarló posee un himno, que es cantado con honda emoción cuando el Cristo del Mar vuelve d nuevo un año más, a su parroquia de origen. La procesión la cerró la Associació Musical Ciutat de Benicarló.