Acarició la proeza el Villarreal en un encuentro que amenazaba con convertirse en un severo e injusto correctivo. Desquiciado en la primera mitad por la actuación del árbitro y por la contudencia ofensiva del Barcelona, el submarino supo rehacerse para convertir la rabia y la impotencia en el impulso perfecto para conseguir remontar un 0-2 en contra.

Un tanto tras un fuera de juego y otro mediante un penalti que no se cometió, hicieron cargar una losa imprevista al equipo de Marcelino que, mediante Bakambu y Mathieu en propia meta, logró recuperar un punto y mantener virginal El Madrigal ante los grandes de la Liga.

Además, la jornada no pudo ser más beneficiosa para los amarillos. Las derrotas de Athletic de bilbao y Sevilla permiten sumar un punto más de ventaja sobre ellos y la defensa de la cuarta plaza cuenta ahora con 6 puntos de margen.

Pero para llegar a este desenlace, primero hubo que despedir la primera mitad con música de viento desde la grada. Una sinfonía que mostraba el malestar que se palpaba tanto entre los jugadores como entre público por las decisiones de Sánchez Martínez. El colegiado murciano le quitó al Villarreal tanto que le puso a los azulgranas el partido en bandeja.

Antes, el duelo comenzó con un Villarreal con pocas novedades. La finura de Trigueros en lugar de la potencia de Pina fue la única variación de un equipo dispuesto a dar la campanada. Con un juego directo, basado en la velocidad y las combinaciones rápidas, el submarino empequeñeció al Barça en los primeros diez minutos. Primero una jugada por la derecha de Bakambu acabó con un centro y un cabezazo nada ortodoxo de Trigueros. La colaboración del muslo de Arda estrelló el esférico en la madera.

Avanzaba con facilidad Denis Suárez por la banda derecha, reubicado allí para medirse a Jordi Alba. Enroscó un centro que se paseó por el área de Bravo. No atacó el balón Bakambu y la ocasión se perdió en el limbo. Y de nuevo el franco-congoleño, en un disparo a bocajarro, se acercaba al tanto tras un sombrero a Piqué. Bravo conjuró el peligro.

Pero, tras verse desborbado en los 10 primeros minutos, el Barcelona despertó y le imprimió a su juego mayor intensidad. Lo escenificó Rakitic cuando atacó la salida del balón de Bruno y recuperó el esférico. Su disparo, en el minuto 10, generó el primer peligro de los azulgranas.

Los de Luis Enrique se hicieron con el control y entonces llegó el primer tanto y, con él, el descontrol. En un lanzamiento de falta, Messi colgó el balón al corazón del área para que Suárez anotara, pero Asenjo rechazó. Allí esperaba Rakitic que, sin marca, anotaba. Era el 0-1, pero no sin polémica. Se pidió fuera de juego y esto hubiera quedado en anécdota si Piqué no hubiese cometido manos en la siguiente jugada.

El central cortó un ataque amarillo desde el suelo con la mano. Hubiese supuesto su segunda amarilla y el mosqueo de los locales terminó con la expulsión de Marcelino por protestar.

Entró el duelo en un compás de espera hasta que la capacidad combinativa del Villarreal desatascó el duelo. Cerca estuvo Trigueros de marcar tras una elaborada transición construida por Soldado, Bakambu y Denis Suárez. Pero de nuevo Sánchez Martínez se erigió en protagonista cuando se inventó un penalti de Asenjo sobre Neymar. Era el minuto 36. En la contra, el brasileño se plantó ante el guardameta palentino. Al intentar regatearle, Asenjo le rebañó el balón y cayó al suelo. El árbitro consideró que era penalti. A pesar de las protestas, llegó el 0-2 anotado por Neymar.

Cabreado y desconcentrado, rumiando su rabia y su impotencia, el Villarreal vio pasar los minutos hasta el descanso. Demasiado castigo en un partido en el que no había hecho nada mal.

Resurrección amarilla

En lugar de entrar en modo autodestrucción, el Villarreal optó por confiar en sus capacidades. También se aprovechó de una excesiva condescendencia de los azulgranas, que le permitió pisar con asiduidad el área visitante.

Antes de que el Barcelona se desperezara de su siesta, Bakambu por fin acertaba a batir a Bravo. El delantero del Villarreal se encargaba de anotar, después de una fantástica jugada de Denis Suárez que había conjurado en primera instancia el guardameta chileno. Era el minuto 57 y aún podía suceder lo inesperado.

A punto estuvo Neymar de abortar la remontada amarilla, en el minuto 60. En una tremenda jugada personal, el azulgrana se deshizo de Mario y encaró el disparo. Una manopla providencial de Asenjo evitó el 1-3.

Borrachos de confianza y fe, los hombres del submarino encontraron su premio. Sólo tres minutos después de la ocasión de Neymar, un saque de esquina se envenenó al golpear en Mathieu. El balón se colaba en la puerta de Bravo y, de repente, el Villarreal tenía en su mano la proeza de superar al Barça.

En los últimos 20 minutos, con la entrada de Pina y el oxígeno que ofrecieron Adrián López y Baptistao, los amarillos buscaron la campanada, pero se podía perder más de lo que era posible ganar. Intentó poner una marcha más el Barcelona, pero Messi no encontró su magia habitual y Luis Suárez tampoco mostró tener la puntería demasiado fina. Un empate que alimenta la confianza de un Villarreal que no deja de crecer.