La plaza Juez Borrull de Castelló, en pleno centro, es uno de los parques más concurridos de la ciudad y una de las zonas más agradables para desconectar. Desde que hace ya 10 años, en 2006, los juzgados se trasladaran a la actual Ciudad de la Justicia, en el bulevar Vicente Blasco Ibáñez, la plaza ha evolucionado. Y es que, aunque la vida no ha cesado en el barrio, ha cambiado el perfil de los transeúntes. El trasiego de funcionarios, agentes de seguridad y otros empleados del ámbito de la justicia ha cambiado por un constante goteo de jubilados, principalmente, aunque también de familias, con niños, y estudiantes de la Escola d'Art y del conservatorio, localizado a pocos metros de este parque.

Contrariamente a lo que se podría haber pensado con el cierre del emblemático edificio de justicia, que el consistorio anunció el pasado año que podría reabrirse como espacio contenedor de servicios sociales locales y autonómicos, la plaza Borrull ha mantenido durante estos 10 años su actividad.

Independientemente del día o de la hora, la zona sigue impoluta y es que cada día varias brigadas de limpieza municipales pulen el parque. Con todo, y a pesar de la encomiable labor de estos trabajadores, desde el pasado mes de febrero, tras las fiestas de la Magdalena, la plaza tiene una imagen distinta.

La zona del césped de este parque no ha logrado superar la última edición de las fiestas. La suciedad acumulada durante las noches y el constante paso de vecinos sobre este perímetro han determinado que la zona verde se haya deteriorado, convirtiéndose en un espacio terroso.

En las últimas semanas el parque ha estado protegido, se ha vuelto a plantar césped, de hecho ya se están viendo los primeros brotes, lo que hace presagiar que en un par de semanas, casi un mes y medio después, esta emblemática plaza de Castelló volverá al estado que tenía antes del inicio de las fiestas de la Magdalena.