Ha sido la crónica de un descenso anunciado. El Vinaròs, con todos los problemas que viene arrastrando desde la temporada pasada, certificó el descenso matemático a Primera Regional después de perder su vigésimo quinto partido de Liga, en casa contra L'Alcora por un contundente 0-5. El verano pasado se planteó la posibilidad de renunciar a la categoría y empezar de cero, de Segunda Regional. Al final se desestimó esa posibilidad y se quiso seguir competiendo en una división muy exigente con un equipo de gente con nula experiencia.

El resultado, hasta la fecha, no puede ser más desolador para este histórico club que ha certificado la peor temporada de los treinta últimos años. De los veintisiete encuentros disputados sólo ha empatado dos. El resto (veinticinco) los ha perdido. Sólo fue capaz de anotar quince goles (0,55 por encuentro jugado) y ha encajado 125 (una media de 4,62 recibidos). A falta de siete jornadas para finalizar la temporada el Vinarós ya ha consumado el descenso de categoría.

Cabe destacar que durante todo este tiempo, en la plantilla vinarocense se ha producido un ir y venir de futbolistas, y también de entrenadores. Hilari Rodríguez se marchó antes de finalizar la primera vuelta del campeonato liguero. Dijo que abandonaba porque «no quiero ser un estorbo para el club, uno con una carga económica que no pueden hacer frente». En su puesto llegó Abraham Soto, que estaba en el filial de Segunda Regional. A pesar de los refuerzos llegados ha sido imposible reconstruir la situación.

Matemáticamente el Vinarós es equipo de Primera Regional. La próxima temporada intentará rehacerse, competir lo mejor posible y una vez se hayan solucionado los problemas se mirará a ver si es posible ascender a Preferente con un equipo de gente de la casa.