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Opinón | Las cuarenta

Tempus fugit

Seguro que el uso y la interpretación que Virgilio pretendía de nuestro titular era algo más profundo y sonará pretencioso que me lo apropie para mi soflama, pero también tengo claro que David Cruz y cuantos le amparan en el Club Deportivo Castellón no se andan con tantos remilgos a la hora de aplicarse en el carpe diem de Horacio, así que abundo en mi tesis

Seguro que el uso y la interpretación que Virgilio pretendía de nuestro titular era algo más profundo y sonará pretencioso que me lo apropie para mi soflama, pero también tengo claro que David Cruz y cuantos le amparan en el Club Deportivo Castellón no se andan con tantos remilgos a la hora de aplicarse en el carpe diem de Horacio, así que abundo en mi tesis.

Que el equipo lleva tres partidos seguidos sin ganar y -se pongan como se pongan los cronistas- sin convencer; nada, bajamos el listón de la exigencia, apostamos por el ¿notable? -Kiko Ramírez díxit- y damos por bueno un empate en casa contra un filial. Si la clasificación empieza a poner en cuestion la disputa de la fase de ascenso, apelamos a la miserable presión que constriñe nuestras virtudes y celebramos con fruición que somos cuartos en la cuarta categoría del fútbol patrio. Cuando apenas dos mil personas acuden al campo, obviamos los precios y el baile de horarios e, impertérritos, acusamos de antialbinegros a quienes no van a Castalia. Y si los que acuden les da por silbar o criticar, una demanda. O cuando la pericial contable deja en evidencia la gestión de la banda de Osuna y Blasco, siempre se puede hurtar la bandera de la reivindicación de la justicia y arrogarse el mérito. Aquí lo importante es salvar el momento, sin vergüenza.

Y mientras, el tiempo huye despavorido ante tamaña falta de criterio y, lo que es peor, de recursos. Porque mientras se pierden en mil justificaciones banales, cada primeros de mes surge, inaplazable, el pago por la deuda con Hacienda y la Seguridad Social, que en nada se multiplicará por dos. Ya saben, aquello para lo que se decían preparados y ahora resulta que si alcanzan a cumplir los plazos es desvistiendo el santo de la nómina de la plantilla, que ya suma dos meses en ayunas.

Sería todo un detalle de solidaridad, para los jugadores digo, saber que su presidente y el cuerpo técnico, tampoco han cobrado. Porque una cosa será que se suba o no, pero nadie puede negar que no vaya a ser por falta de estructura, a saber: Ramon Moya, Ximo Badimon, Saúl Suay, Paco Monterde, Iñaki Descarga, Pepo Broch y, por qué no contarlos, Nahum Mingol y Ximo Badenes en el fútbol base y hasta el primer entrenador, el de los notables fáciles.

Debe tratarse de un modelo de trabajo, porque también nos encontramos en la sección de comunicación y marketing con Alberto López y Víctor Mut, ahora reforzados con Jordi Bruixola, flamante director general, un cargo que viste mucho en las tarjetas de visita de no ser porque en algún rincón de la misma debería añadir que de un club de cuarta y en concurso de acreedores. Tampoco sé yo si todos cobran o su generosidad es tan manifiesta como la de los aficionados que retiran su abono sin saber siquiera su número. Cuestión distinta es que tanto profesional de la imagen no han favorecido precisamente un cambio en la del presidente y mucho menos sus relaciones con la prensa.

Finalmente, el remozado consejo de administración tras la marcha de Manolo García y la no entrada de Pedro Pino. De manera que forman Juan Carlos de Celis, Andrés Fernández, Alfonso López, Emilio Sanchis y Francisco García Pagán, sin olvidar al imprescindible José Cano Coloma, un profesional de la abogacía que como tal trabaja y cobra, justo es, o el recordado administrador concursal, que también se llevó lo suyo.

Con todos ellos se le hace más llevadero el día a día al presidente, sin preocuparse del mañana. Tempus fugit?, pues yo carpe diem, debe pensar. Y lo mejor de todo es que luego va y dicen que David Cruz está solo. Pues menos mal.

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