Paco López es arrollador y cuando hablas con él tienes claro el porqué de la fuerza de una entidad como Patim, que lucha desde el año 1985 por dar una respuesta profesional al drama de las adicciones y la exclusión social. Tres largas décadas después de impulsar esta ONG sigue el frente de una organización que tiene un valor humano incalculable. El secreto de esta resistencia lo desvela de inmediato: «Estoy enamorado de mi trabajo, me hace sentir feliz y tengo la misma ilusión que hace 31 años».

Paco López, junto a otras personas como Felisa Salvador, puso en marcha Patim ante la gran alarma que generaba el consumo de las drogas, fundamentalmente la heroína, en los años 80. Hoy, con el apoyo de un gran equipo de trabajadores y voluntarios, ha sido capaz de reinventar la organización castellonense y sobrevivir a la crisis y al ninguneo sistemático de administraciones como la Generalitat Valenciana gobernada por el PP, mas proclive a auspiciar cualquier proyecto de las entidades vinculadas a la Iglesia y a poner insólitas piedras a la impagable labor de Patim.

«Yo estaba estudiando sociología en Madrid y vi la gran problemática que había y lo poco que se hacía», recuerda Paco López. Al volver a Castelló buscó psicólogos, abogados, médicos «y comenzamos con las tertulias del Grao, encontrándonos con personas tan comprometidas como Josefina López o Carmen Peris». Visitas al Barranquet o a la cárcel de Castelló fueron una constante. La novedad, recuerda, es que «por primera vez se escuchaba a la gente y, desde un punto de vista quizás muy quijotesco, nos marcamos el reto de ayudar, pero desde un punto de vista profesional». Asegura que se ha avanzando mucho, pero reconoce que «leo nuestro manifiesto fundacional de agosto de 1985 y veo con pesar que hay cosas que no se han conseguido, y llevamos nada menos que 30 años», se lamenta.

Un primer despacho en la plaza de la Paz, otro local en el Grau, oficinas en la plaza Tetuán y ahora el traslado al Paseo Ribalta han sido sus puntos de encuentro estos años. En la actualidad cuenta con centro de día, comunidad terapéutica, una vivienda de apoyo a la inserción laboral, un servicio de asesoramiento jurídico y un centro especializado en adicciones no tóxicas.

Lejos quedan esos años en los que fueron capaces de manejar presupuestos superiores al millón de euros y 40 personas en plantilla. El Tercer Sector, golpeado como pocos por la crisis, ya no puede depender tanto de las subvenciones públicas, lo que le ha llevado a buscar socios, fuentes de financiación privada y tener que cobrar pequeñas cuotas a las personas que atiende, lo que le deja con unos presupuestos de unos 250.000 euros y 13 personas en plantilla, aunque con una gran red de voluntarios, clave para su éxito. Patim, pese a todo, desarrolla una veintena de programas para atender unas adicciones tanto tóxicas como no tóxicas, destacando sobre este último grupo el auge de la ludopatía y los problemas con el juego y las apuestas. Y junto a ello, una gran labor de prevención en las escuelas.

Declarada «entidad consultora especial» de Naciones Unidas en 2011, ha obtenido cuatro referencias de calidad por sus servicios frente a las adicciones y sigue con el reto de seguir creciendo. Paco López, no obstante, advierte de que el camino es complicado. «Tenemos que estar siempre por delante de las enfermedades y, en muchos aspectos, seguimos por detrás», advierte el fundador de Patim (www.patim.org), quien insiste en que «hay cosas que están por encima de las ideologías y creencias, aunque a algunos les cueste aplicarlo».