Poco a poco el arte urbano está empezando a formar parte de nuestras vidas para embellecer elementos que hasta el momento de intervenir sobre ellos pasaban desapercibidos, estaban deteriorados o incluso ofrecían una imagen descuidada. Ahora instituciones, empresas o particulares deciden convertir estos lugares en lienzos para darles algo más que una mano de pintura.

Eso es lo que ha sucedido recientemente con un elemento estructural bastante conocido en Vila-real, el Pou d'Amorós, una infraestructura hídrica todavía en uso que no deja de ser una mole de hormigón con un uso práctico y cotidiano ubicada en una zona de la ciudad muy frecuentada, especialmente para acceder a Masets. La idea de integrar esta pieza en el entorno de una manera diferente no es reciente. Hace 18 años el ayuntamiento programó una intervención con la pretensión de embellecer lo que podía causar un impacto visual considerable. El encargado de pintar el pozo en aquel momento fue un artista local, Arturo Doñate Gimeno. Ahora, años después, la historia se repite con los mismos protagonistas principales: el pozo y el propio Doñate.

La primera vez que el artista se encargó de hacer de una estructura de hormigón un elemento estético reseñable, Arturo Doñate eligió unas formas geométricas que simulaban un barco de papel. En principio se consiguió el objetivo perseguido, pero se presentó un inconveniente a medio y largo plazo. Al estar el pozo en uso y, «como no se hizo una buena impermeabilización interior, con el tiempo las filtraciones de agua deterioraron la pintura», aseguró el propio artista. Pese a que la obra duró «bastante tiempo», en los últimos años los desperfectos eran evidentes. Hace poco la empresa adjudicataria del servicio de suministro de agua potable, FACSA, volvió a ponerse en contacto con Arturo Doñate para encomendarle la tarea de volver a pintar el pozo.

Renovación

«En esta ocasión han reforzado el interior y le han dado un tratamiento impermeabilizante adecuado», por lo que todo apunta que el trabajo perdurará por más tiempo. Respecto a la obra, una vez más Doñate ha elegido las formas geométricas, aunque decidió cambiar los colores «para que todo quede más conjuntado». «La primera vez me di cuenta de que las patas no acababan de funcionar con la parte superior y, además, he ampliado el tamaño de las figuras», indicó. La esencia de su obra es simple. «Lo que he pretendido ha sido establecer un diálogo entre el arte, el diseño y la arquitectura», recalcó. Así, aseguró que «lo que intento es que al ver el pozo, en el que antes ni nos fijábamos, nos venga a la cabeza su ubicación exacta y nos ayude a remontarnos atrás en el tiempo».