Los vecinos y vecinas del barrio más antiguo de Almassora, La Vila, celebraron ayer su asamblea anual en las dependencias del Museu Municipal en una sesión que tuvo la conciliación del ocio y el descanso nocturno como protagonista. Las caras de los vecinos minutos antes del encuentro hacían presagiar el tenso ambiente que se viviría minutos después en la reunión que tenían programada con varios representantes del consistorio para tratar la redacción de la Ordenanza Municipal de Convivencia que permita acabar con los continuos conflictos con los numerosos casales existentes en la zona.

Crear un registro de casales, realizar continuas mediciones de ruido y establecer unos horarios concretos para fiestas y para el resto del año fueron algunas de las peticiones que los vecinos consideran «imprescindibles» a la hora de elaborar esta ordenanza, que deberá servir como hoja de ruta para facilitar la convivencia entre vecinos y casales.

Entre la «resignación» y la «indignación». Así aseguraron sentirse muchos de los vecinos y vecinas presentes en la asamblea anual de La Vila, que pretendía clarificar «de una vez por todas» la ordenanza que, según recordaron, el Ayuntamiento de Almassora se comprometió a redactar en vistas de las próximas celebraciones patronales de Santa Quitèria. Y es que la proliferación de casales en el casco antiguo se ha convertido en la principal problemática que los residentes en La Vila quieren «solucionar de una vez por todas, ya que el respeto a los vecinos y la convivencia deberían estar por encima de todo», comentaron los afectados.

Soluciones

El presidente de los vecinos de esta zona de la localidad, Salvador Vilar, quiso dejar claro que «nosotros no estamos en contra de los casales, ya que entendemos que se han convertido en dinamizadores del ocio y la vida cultural». Pero también reconoció que «el uso incívico de los casals está generando serios problemas de convivencia, salubridad, seguridad y contra la salud de las personas y el medio ambiente».

Por todo ello, los vecinos trasladaron a la máxima representante municipal sus peticiones a la hora de redactar una ordenanza que «será clave tanto para el desarrollo de La Vila, como para la convivencia que pretendemos alcanzar con los casales». Así, los vecinos dejaron claro que «de momento, creemos que existe una falta de voluntad política para solucionar este problema».

Así, recriminaron que «la pasividad del anterior gobierno a la hora de solucionar el problema, no les debería servir para seguir sin solucionar el problema».

En ese sentido, los vecinos de esta zona de la localidad ya elaboraron en su día una carta relativa a esta problemática, en la que planteaban hasta cuatro puntos clave para que la redacción de la ordenanza sirva de una vez por todas para zanjar este tipo de polémicas y garantizar la conciliación entre el ocio y el descanso de los residentes.

Así, reclamaron «que se disponga de un registro de casals que permita informarles, controlar su actividad y regularlos». En ese sentido, también manifestaron su convencimiento de que «la clausura temporal de alguno de ellos en lugar de una multa económica sería la mejor solución», como medida ejemplarizante.

También abogaron por «un control con mediciones del ruido» y que se realice previamente una campaña informativa para que tanto vecinos como usuarios de los casales tengan claros sus derechos y obligaciones.