Cada vez son más los alumnos que apuestan por realizar sus estudios superiores en el extranjero debido a las expectativas laborales del mercado global. En este contexto, Reino Unido y Estados Unidos son los principales países a los que acuden los estudiantes españoles para cursar su carrera universitaria y perfeccionar una lengua universal como la inglesa. Me consta que son muchas las familias que desean ofrecer a sus hijos la oportunidad de acudir a ecosistemas académicos internacionales. Sin embargo, en muchas ocasiones, se frenan por desconocimiento.

Entre esos miedos iniciales suele prevalecer el financiero puesto que hay una falsa creencia, que me gustaría desmitificar, acerca de la dificultad de afrontar los gastos que conlleva el ingreso en una universidad de prestigio internacional. En el caso de Gran Bretaña el precio del curso, en Oxford o Cambridge, ronda los 11.600 euros. En cambio, todos los estudiantes de la UE pueden acceder a un crédito universitario que devolverán cuando se gradúen y obtengan un trabajo por encima de los 27.000 euros anuales. Si pasados 35 años no lo ha logrado, el préstamo se le condona. La condición para alcanzar esta meta académica pasa porque el candidato demuestre que un estudiante de primera.

En EE UU las matrículas en las universidades más célebres no bajan de los 53.000 euros. En ese sistema académico los alumnos extranjeros pueden conseguir ayudas muy gratificantes a través del deporte. Esas becas pueden ser parciales o completas, pudiendo llegar a cubrir matrícula, tasas, alojamiento, comida y todo lo relativo al deporte que practique el estudiante.

En ambos terrenos, conviene comenzar el proceso de solicitud con un año y medio de antelación aproximadamente. El aspirante a beca deportiva deberá enviar, junto al expediente solicitado, un vídeo que demuestre los atributos y habilidades atléticas en el deporte que practica. Además tendrá que pasar un examen de ingreso que valorará sus conocimientos académicos y lenguaje.

En las solicitudes que no están relacionadas con este entorno deportivo, el protagonismo se lo lleva la carta de presentación que los alumnos tienen que acompañar a la documentación. Ese escrito, de dos folios de extensión, les permite expresar sus emociones, sus inquietudes o su visión del mundo. Les ofrece la oportunidad de sentirse algo más que una calificación derivada de los exámenes. Si son aceptados en alguna de las top británicas, como Oxford, tendrán que pasar por una prueba teórica de acceso y una entrevista. Si esto mismo ocurre en el ámbito norteamericano, la entrevista llevará una carga más emocional y personal que académica.

Vale la pena intentarlo, porque cuando vemos a nuestros alumnos desfilar año tras año, por méritos académico indiscutibles, en universidades como la de Cambridge, sentimos que las cosas se están haciendo bien.