El Castellón venció al Paterna sobre la hora, en un partido extraño de observar, de jugar y de juzgar. La falta de colmillo de los albinegros ensució la puesta en escena más alegre de la temporada. Sobraron las ocasiones pero no los goles, en una húmeda tarde en Castalia. El envite se le escurría al Castellón entre lamentos cuando el debutante Vicent Albert acertó a embocar, en el minuto 92, un centro tenso y resbaladizo de Jorge Giménez. Los tres puntos permiten a los albinegros asaltar la tercera plaza. Así terminarán la Liga si vencen al Recambios Colón en la última jornada.

Ayer, frente a la ausencia de delanteros puros, Kiko Ramírez juntó en la zona de ataque a sus futbolistas más creativos. Con Meseguer liderando las acciones en la mediapunta, Ebwelle, Rida y Carrillo revolotearon libres por el frente ofensivo, repartiéndose espacios y protagonismo. Jugó bien el Castellón si por jugar bien entendemos el sentido lúdico del término. Compitió peor: desaprovechó, en especial por el abrazo a lo rococó de Rida y Ebwelle en el área, multitud de oportunidades.

Jugó bonito, entonces, deberíamos decir. Las llegadas fueron numerosas, por dentro y por fuera y algunas muy claras, pero faltó instinto y efectividad. Ebwelle citó a Carrillo y a Rida con el gol en un par de ocasiones desbaratadas por el portero Xenxo. Meseguer hizo lo propio, inventando pases para Ebwelle y Rida, que tampoco terminaron en gol por falta de puntería. La seriedad del bloque defensivo del equipo contrastaba con el aire despreocupado de Ebu y Rida, con un nervio distinto. Para lo bueno y para lo malo, su fútbol es el del patio del colegio.

El Paterna, enfrente, vivió un duelo extraño. Fue desarbolado constantemente pero se las apañó para sobrevivir, para ir tirando. Incluso, en el primer tiempo tuvo dos ocasiones francas. Un cabezazo de Faus que rozó el palo y un remate de Baeza en área pequeña, tras un saque de banda, que salió plácido a las manos de Álvaro.

El Castellón fue un equipo amable. Ese fue el aire de la húmeda tarde. Álvaro Gómez y Arturo, los dos centrales, eran los dos de más diáfana salida de balón. La medular, con Carlos López, Marenyà y el auxilio de Meseguer, tres cuartos de lo mismo. El dominio fue pesado y constante. El hecho de haber asegurado la promoción la pasada jornada permitió esa especie de brindis artístico. También rebajó la ansiedad en la grada, que firmó un infinito ejercicio de paciencia.

Las prisas

El 0-0 al descanso admitía poca explicación cuerda. Quizá era el partido con más llegadas hasta el descanso. Tras él, al Castellón le entró cierta prisa y perdió precisión, pero aún así fue sumando disparos y remates. Xenxo negó el gol a dos zurdazos de Charlie Meseguer, los dos a pase de Rida, el primero en una acción de estrategia.

Kiko Ramírez, con el rival cada vez más anclado en su campo, movió el banquillo hacia el cuarto de hora. Vicent Albert y Jorge Giménez mezclaron bien por el costado diestro. Ahí nació la mayoría del peligro en el arreón definitivo. En el minuto 70, Fernando anduvo cerca de rematar en propia portería un centro de Jorge. En el 72, una combinación trenzada por Dani Pujol, Meseguer y Jorge volvió a marchitarse en el remate al limbo de Ebwelle, que dejó su puesto a Jesús López. Tres minutos tardó Jesús en fallar otra parecida, ahora tras centro de Marenyà desde la derecha.

El merodeo inocuo de los albinegros comenzaba a desesperar, máxime con la derrota del Ilicitano, que abría una rendija que al fin el Castellón aprovechó. En el 92, Jorge desbordó a trompicones a su par, centró donde debía y Vicent Albert apareció donde y cuando debía. Y gol.