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Vivir en el corazón de la capital

La asociación de vecinos Zona Centro reclama el control de los ruidos por la noche, la mejora del asfaltado de algunas calles y más limpieza viaria

La asociación, que cuenta con más de 200 socios, tiene su sede social en la calle Enseñanza, donde realizan a diario numerosos talleres. A la izquierda podemos ver a varias mujeres en el taller de bordado. En la parte superior, otro grupos en su clase diaria de bolillos. El inmueble cuenta con varias salas para impartir sus cursos, que tiene su momento destacado con la Semana Cultural, del 23 al 29 de mayo, en la que se exponen todos los trabajos.

La calle Enseñanza, en el corazón de la ciudad, es testigo sin duda de la evolución de la capital de la Plana durante las últimas décadas. Castelló se expande, crece por el oeste, por el sur, por su frente mediterráneo, pero se hace mayor en el centro, donde cada vez es más difícil ver matrimonios jóvenes, niños correteando por unas calles coquetas, sin apenas tráfico desde su semipeatonalización. Un datos revelador es que hace años reclamaban la apertura de un parvulario para dar servicio a los vecinos. «En la actualidad no es necesario ya que ni viene gente joven a vivir».

Es la sensación que transmiten Tere Salvador, Montse Piñero y Mª Ángeles Teba, representantes de la «Asociación de Vecinos Zona Centro», felices por vivir en un barrio que «no cambiaríamos por otro», pero conscientes de que las nuevas generaciones optan por vivir en las zonas residenciales que han ido creciendo en otras partes de la ciudad.

No hay colegios en sus calles, las zonas verdes brillan por su ausencia más allá de la plaza Cardona Vives, pero estamos en un barrio «que se vive bien», que ganó en calidad de vida cuando se peatonalizaron la calles que se engloban entre Colón, Mayor, San Luis y Enmedio y que tiene todo lo que se puede necesitar.

Entramos en la sede, en el número 9 de la calle Enseñanza, y enseguida notamos la actividad que se vive en el local, un edificio de tres plantas que desarrolla diferentes actividades para sus socios y socias. En la planta baja, una animada clase de bolillos, y a medida que vamos subiendo nos encontramos con bordados y pintura. Todo un edificio en el que descubres que las participantes disfrutan de lo que hacen y comparten experiencias y sonrisas. Todos los trabajos que se desarrollan desde septiembre hasta mayo tendrán su premio dentro de pocos días, con la celebración de la Semana Cultural de la asociación, que se celebra del 23 al 29 de mayo en el mismo local.

Jesús Medrano

La asociación tiene en la actualidad unos 200 socios y el año que viene cumplirá dos décadas. Su impulsor en febrero de 1997, recordado por todos los vecinos, fue Jesús Medrano, fallecido en 2010, una persona muy conocida en la capital de la Plana al estar muy vinculada a los movimientos vecinales y del mundo de la fiesta. Junto a su mujer regentaba un conocido comercio de sonido, megafonía y electricidad de la calle Caballeros, Jeylo, que sigue con las puertas abiertas tras más de medio siglo con el esfuerzo de su viuda, Lolita Badenes.

El testigo de Medrano lo ha cogido Tere Salvador, quien junto al resto de la junta directiva sigue defendiendo mejoras para el barrio en las juntas de distrito que preside ahora el teniente de alcalde de la zona centro, Antonio Lorenzo.

Uno de los males que suelen acompañar a los centros urbanos de las ciudades es el del ruido de los locales de ocio que se suelen abrir en unas calles peatonalizadas. Es, sin duda, una tortura para algunas asociaciones vecinales, como la de Obispo Climent y adyacentes, pero no es un problema excesivo para los vecinos esta zona de la ciudad. Al respecto, señalan que «el mayor problema es cuando la gente sale a la calle a fumar y se genera el lógico barullo, pero nada comparable a la época en la que, por ejemplo, estaba el pub La Gramola en la calle Enseñanza. No sabemos cuántas veces vino la policía», rememoran.

En general los locales de ocio, los restaurantes y las cafeterías «cumplen», aunque algunas de ellas «se creen que la calle es suya», en referencia a la cafetería Sar Alejandría entre la calle Caballeros y la plaza de las Aulas, «que a veces hace actos que te impiden pasar».

Sobre la limpieza, no dudan en destacar que es «claramente mejorable», apuntando que hay días en los que no se ve a nadie limpiando». También piden a los locales de ocio «que sean consecuentes y saquen la basura por la noche, no por la mañana como hacen algunos», lo que provoca malos olores, sobre todo cuando aprieta el calor.

Al aludir a la plaza de las Aulas, no pueden evitar mencionar que sea uno de los centros de la fiesta más ruidosos de la Magdalena. Sin entrar a valorar este aspecto, sí que denuncian que «están agujereando sin sentido la plaza, porque cada año clavan las carpas donde les da la gana». Han pedido colocar en el lugar más bancos para sentarse, pero ya saben que, de momento, es una batalla más que perdida.

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