El plan de reestructuración que prepara la Cierval y que hizo público este diario hace una semana sembró la alarma en el seno de la patronal de Castelló y fue el detonante para la rebelión interna. Cierval plantea la creación de una única patronal y la desaparición de las actuales estructuras provinciales. La organización de Valencia (CEV) quedaría absorbida por la autonómica, y Alicante y Castelló mantendrían unas mínimas estructuras.
El presidente de la CEC, José Roca, revalidó en junio de 2015 su cargo -con el apoyo unánime de la patronal- haciendo valer su trayectoria para reivindicar ante Cierval la continuidad de la organización de Castelló. Transcurridos nueve meses, la patronal de Castelló se encuentra en una posición de debilidad en las negociaciones con la autonómica. Cierval ha tenido que socorrer a la CEC para evitar su entrada en concurso de acreedores aportando más de 200.000 euros, y no esconde su malestar por la mala imagen que supone la investigación de un juzgado de Nules por unos cursos de formación que no se realizaron. Las relaciones del presidente de Cierval, José Vicente González, con Roca se han agrietado, mientras el propio conseller de Economía, Rafael Climent, apuntó en una conferencia en Valencia que «si estuviera en el lugar de Rafael Montero -es uno de los diez imputados en el caso judicial- dimitiría».
Valencia esgrime las deudas contraídas por la CEC y la alicantina Coepa para justificar una reducción de su poder, mientras la experiencia de Roca y su cargo en la Cierval no han servido para reforzar los intereses de Castelló, tal como se constata con el último planteamiento de la organización autonómica.
El empresariado de Castelló se opone tajantemente a los planes de Valencia y parte del mismo cree que si Roca permanece corre peligro la supervivencia de la CEC. Por eso reclama su marcha.
