Desde hace más de cinco siglos, Els «Pelegrins» de Portell mantienen viva la tradición de peregrinar a Sant Pere de Castellfort. En la ermita se encienden las tres velas que indican las peregrinaciones que llegan hasta allí. Son tres de las siete que hubo. Una de ellas la de Portell.

A las cinco de la mañana los peregrinos, todos ellos vecinos del pueblo o vinculados a Portell, salen de la localidad solos, sin ningún tipo de acompañamiento. En esta peregrinación se ha respetado la tradición de que no haya acompañantes para los 12 hombres que realizan el camino. La comitiva la encabeza la cruz y le sigue el párroco que acompaña el recorrido y los cantores. El que fuera párroco de Vilafranca, José Aparici, fue el encargado de guiar el recorrido a los 12 penitentes.

Els «Pelegrins» de Portell visten capa negra, camisa blanca, rosario y sombrero. En el recorrido atraviesan la Rambla Cellumbres, pasando por el angosto puente que permite el paso. Ayer, sobre las 9 de la mañana, llegaron a la ermita de Sant Pere, donde únicamente había algunos curiosos con la cámara fotográfica en mano y los mayorales encargados de prepararles la comida a los peregrinos. Cuando llegan a la ermita de Sant Pere los peregrinos hacen una reverencia a la cruz situada a pocos metros del ermitorio. La campana anuncia su llegada. Justo a la entrada de la puerta de la ermita besan el suelo y, a continuación, se levantan y dirigen su saludo hacia Portell, que está en la lejanía. Frente al altar de la ermita los peregrinos se situan en línea y escuchan misa. Únicamente pueden asistir ellos.

Hacia las 17 horas, se formó la comitiva de regreso.