El interior de Castelló ejemplifica a la perfección la paulatina extinción del paisaje agroforestal mediterráneo y su sustitución por una masa homogénea de arboleda boscosa con baja biodiversidad. Un proceso vinculado a la despoblación en el ámbito rural y el abandono de la agricultura. En la provincia se han perdido en apenas 50 años 100.000 hectáreas de cultivo.

Así figura en el estudio desarrollado por el investigador de la Universitat Politècnica de València Rafael Delgado Artés, que busca explicar los cambios en el paisaje a través de factores socioeconómicos y ecológicos ocurridos desde 1957 a 2007, tomando como referencia la provincia de Castelló. Para el análisis se han utilizado imágenes procedentes del Vuelo Americano de 1957 y del Plan Nacional de Ortofotografía Aérea.

El trabajo forma parte de la tesis doctoral de Delgado Artés, en la que ha analizado la evolución en los últimos 50 años de las coberturas forestales de la provincia, «un territorio paradigma de los procesos de despoblación y, por lo tanto, representativo en el arco mediterráneo». «El caso de Castelló es de manual porque ha sufrido una despoblación rural ejemplar», explica el autor, quien incide en que en el periodo analizado se han perdido 2.000 hectáreas anuales de terrenos de cultivo, lo que hace un total de 100.000.

Los datos recogidos en la investigación, que fue dirigida por investigadores del grupo Reforest del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la UPV, vaticinan que la agricultura va a dejar de ser el estructurador del paisaje que fue en el pasado, en favor del protagonismo forestal. Así, la extensión de la superficie forestal «continuará creciendo», con una clara ventaja para el arbolado sobre el matorral. Por ello, califica como «preocupante» la situación, ya que a nivel medioambiental se observa riesgo de homogeneización ecológica a medio plazo, mientras que desde el punto de vista social la desvertebración territorial supone la desertización de amplias zonas. «Estamos hablando de la desaparición del hombre rural, lo que supone una pérdida sociológica y cultural», apostilla.

Por ello, aboga por estrategias que permitan gestionar este espacio territorial y sus recursos, «si no queremos que la situación derive en otros graves problemas». Uno de ellos es el de los incendios forestales, cuya magnitud se ha disparado como consecuencia del abandono de campos de cultivo.