La sangre no llegó al río pero hubo un riesgo real de que la sesión acabara en una batalla campal entre taurinos y animalistas. Un serio aviso para aquéllos que se han dedicado a caldear ambientes en un tema tan visceral y que genera posiciones tan encontradas. Pese a la crispación, el pleno del ayuntamiento no tuvo ninguna repercusión sobre la celebración de los festejos taurinos en Castelló.

Media hora antes del debate, partidarios y detractores abarrotaron el salón noble portando pancartas y camisetas. Intercambiaron soflamas e insultos y se vivieron momentos de alto voltaje. La alcaldesa, Amparo Marco, tuvo que salir para llamar al orden, amenazando incluso con suspender el pleno. Mientras, en la plaza Mayor, se agolparon todos aquéllos que no pudieron entrar en el consistorio, vociferando como ultras de fútbol. Hubo algún conato de agresión y la Policía Local, dirigida con temple por el intendente, tuvo que intervenir y custodiar la puerta de acceso al ayuntamiento.

La sesión arrancó con una nueva advertencia al público de la alcaldesa, que también demostró serenidad para gestionar una situación complicada. De viva voz acordó con ambos bandos que no expusieran pancartas y que contuvieran sus muestras de apoyo o desaprobación. Esto último lo consiguió a medias.

El debate partió de una moción de Castelló en Moviment (CSeM), socio externo del gobierno bipartito, al que hizo un flaco favor llevando a pleno el tema. La iniciativa de CSeM planteaba declarar Castelló ciudad amiga de los animales y contraria a la celebración de actos taurinos, además de pedir que el ayuntamiento deje de subvencionar los festejos. El portavoz, Xavi del Señor, manifestó que la tradición no puede servir de excusa «para perpetuar el maltrato animal». Y menos en presencia de menores. Del Señor propuso una consulta ciudadana sobre si el ayuntamiento debe destinar fondos a los toros.

La formación asamblearia favoreció al PP, que por fin pudo debatir sobre uno de sus temas fetiche y declarar su respaldo incondicional a la fiesta a través de una enmienda. «El PP ha defendido, defiende y defenderá los toros. Si no les gustan, no vayan, pero respeten la libertad de la mayoría», proclamó la portavoz popular, Begoña Carrasco, crecida ante un auditorio con mayoría taurina, que obsequió sus intervenciones con aplausos.

Compromís y PSPV se movieron en la ambigüedad y cada uno defendió su posición pese a ser socios de gobierno. El vicealcalde, Enric Nomdedéu, advirtió de que al PP «ni le interesan los toros, ni ir a misa, ni la libertad. Lo único que le interesan son los votos». Nomdedéu precisó que su partido no es partidario de prohibir los toros, sino de dejar de subvencionarlos con fondos públicos. Y apostillo que en 24 años de gobierno, el PP no pagó ni un solo astado para las fiestas del Grau.

El PSOE encomendó al grauero Rafa Simó la defensa de su posición, rehuyendo la polémica y tratando de despachar lo más rápido posible el tema. «No vamos a entrar en la confrontación ni en la politización de las fiestas», señaló Simó. La alcaldesa, Amparo Marco, cerró el debate con una bala que tenía guardada sobre la factura en entradas de toros del PP cuando gobernaba.

Socialistas y Compromís encontraron una tabla de salvación a la que aferrarse en Ciudadanos, que fue el triunfador inesperado de la tarde. El grupo naranja presentó una enmienda a la totalidad que fue la que finalmente se aprobó. En un ejercicio de eclecticismo, el texto señala que el ayuntamiento permitirá «el normal desarrollo de las actividades taurinas reguladas conforme a la normativa, sin censurarse o prohibirse». Al mismo tiempo, insta a buscar un equilibrio entre el disfrute de los actos taurinos y la integridad del animal. Nada dice de si los festejos deben o no subvencionarse. La portavoz del PP, Begoña Carrasco, bromeó sobre el arte torero de C's, que fue capaz de arrancar aplausos de taurinos y antitaurinos. La enmienda de C's fue la que prosperó con el apoyo PSOE y la mitad del grupo de Compromís, dos de cuyos concejales respaldaron la iniciativas mientras que los otros dos se abstuvieron. Las posiciones maximalistas, la de PP y Castelló en Moviment, fueron rechazadas.

Una vez debatido el punto, el público fue abandonando el salón de plenos. En el exterior, se reprodujeron algunas escenas de tensión entre taurinos y animalistas, aunque no fueron más allá de lo verbal.