usto el día en que se cumplían dieciocho años del primer ascenso del Villarreal a Primera División el club volvió a dar una prueba más de que aquel ascenso no tenía que quedarse en anécdota, todo y que muy pronto pareció que así sería. Pero volvió a ascender enseguida y ahí sigue. Dieciocho años después de aquella primera fiesta, el club celebró otra, esta vez en la intimidad del restaurante «Entre Líneas» en el propio campo de El Madrigal. El presidente y primer accionista, Fernando Roig, quiso reunirse con aquellas personas físicas o jurídicas que han estado cerca del club, desde su propia familia -digo de sus hijos y sus hermanos Juan y Trini- hasta los representantes de los aficionados, en los diez primeros abonados más antiguos, además de los patrocinadores, el equipo directivo, los jugadores y cuerpo técnico, a los que les fue entregada la insignia de oro.

Resultó ser una gran fiesta que estuvo a la altura de los éxitos conseguidos la temporada que acaba de terminar. Contó con un ambiente mezcla de familiaridad y de buenos deseos por parte de los presentes de que el anfitrión se sintiera un poco más feliz todavía. El fútbol, que es emoción y pasión, o no es, ya tiene suficientes aristas, de modo que en momentos en que las cosas se tuercen exige temple y nervios de acero. Así se justifica que ante cualquier alegría, por pequeña que sea, convenga a la salud y a la afectividad celebrarla de la manera más entrañable posible, rodeado de colaboradores y amigos y si es a mesa y mantel mediante, con viandas y caldos escogidos escrupulosamente, mejor me lo pones.

La próxima celebración, porque la habrá, será la consecuencia del logro de un primer título, nacional o internacional, porque todo lo demás tiene el valor que solo concede el historial de un club y un equipo, asentados por una gestión de matrícula, en la creación y sostenimiento de una Ciudad Deportiva en la que se desarrollan las condiciones naturales de una chiquillería con aspiraciones de encontrar una vida sana sobre el deporte elegido y llegado el caso poder aspirar, incluso, a la profesionalidad.

A la ya de por sí difícil trayectoria en la Primera División del fútbol español se añade, para clubes como el Villarreal, la dificultad añadida de tener que desprenderse, temporada tras temporada, de aquellos futbolistas que habiendo destacado sobre los demás reciben tentadoras ofertas de otros equipos más grandes, de España o de Europa, y cuanto más alto se llega, en cantidad y calidad, más difícil será para el club mantenerlos en nómina por cuestiones puramente crematísticas. Y esta temporada, por razones obvias, el número de bajas puede ser mayor, porque mayores fueron los éxitos conseguidos.

No hablaremos de nombres, porque están en el ánimo de todos, pero a los servicios técnicos del club les espera un verano de trabajos a destajo para encontrar sustitutos con tantas garantías como la plantilla de la temporada que está a punto de terminar oficialmente o mejor en palabras del propio presidente, Fernando Roig. Los resultados han sido altamente satisfactorios, así en lo deportivo como en lo económico, todo desde el punto de vista de un club modesto, pero altamente profesionalizado, del que tenemos derecho a esperar nuevas y a ser posible más y mejores alegrías que las que se acaban de conseguir. Felicidades sin cuento y a esperar otros dieciocho años en la élite del fútbol europeo.

Los aficionados, que son por naturaleza ansiosos, revisan todos los días las redes sociales y resto de medios de comunicación buscando novedades que afectan al Villarreal, unas veces por activa y otras por pasiva. Están acostumbrados a que los servicios técnicos del club respondan con eficacia a cualquier necesidad surgida de alguna baja por traspaso y ahí están las últimas operaciones de salida y entrada resueltas con eficacia y no hay razón para pensar que las cosas ocurran de manera diferente, lo que ocurrirá a su debido tiempo. La temporada finaliza oficialmente el 30 de junio y probablemente sea a partir de esa fecha cuando la plantilla se complete a satisfacción, así con profesionales procedentes del mercado, como de jugadores de los filiales que para eso están. Baptistao volverá a su equipo de origen, Denis Suárez regresa seguro al Barcelona, previo pago de algo más de tres millones de euros y probablemente vuelva al Oporto Adrián López, mientras se anuncia la salida de Samuel García con destino a Málaga. Salvo ese último, víctima de lesiones que le impidieron consolidarse, todos los demás rindieron a satisfacción, unos más, otros menos. Así las cosas y en principio será en la delantera donde se observen mayores claros que habrá que resolver con altura de miras. Lo demás está por ver, si bien y entre las aspiraciones de los aficionados sigue contando el hispano-ruso Cheryshev, ese objeto de deseo, a salvo la contingencia de que el Valencia entre en la disputa. En tiempo vacacional los servicios técnicos tendrán que currar a destajo.