España, que en diciembre de 2011 tenía más paro y déficit que Grecia, crece hoy más que Alemania. Y no es suficiente. Castelló tiene hoy 31.200 desempleados menos que hace tres años y 1.500 empresas nuevas, y no es bastante.

Las mismas reformas económicas, que nos han permitido crecer, han logrado también que, mientras la izquierda anunciaba en Grecia la decimosegunda bajada de las pensiones, aquí hayan subido modestamente en cuatro ocasiones. De ello son testigos los algo más de cien mil jubilados y pensionistas de nuestra provincia que han ganado 34 millones de euros de poder adquisitivo en estos cuatro años. Y no es suficiente, merecen que sus pensiones crezcan más.

El ahorro este año en Castelló de 116 millones, por las bajadas de impuestos a familias y empresas, es también insuficiente; la reducción a menos de la mitad del agujero socialista y el nuevo empleo permiten bajadas adicionales. Muchas familias sufren y aún carecen de oportunidades, aunque hayamos creado 533.000 empleos en el último año y en este vayamos a superar esa cifra, sigue sin ser suficiente, debemos aprobar nuevas reformas que permitan llevar el bienestar al último hogar.

La salida del pozo socialista en el que quedaron los 3.700.000 trabajadores y trabajadoras despedidas en una legislatura no ha sido sencilla. Me lo decía esta semana Javier Moliner, «solo hay una ideología capaz de dejar a Venezuela sin petróleo, a Argentina sin carne y a Cuba sin azúcar, el socialismo». Y ese mismo socialismo, en compañía de Ciudadanos, o extremado por Podemos, se apresta a traernos, por tercera vez, una nueva sin crisis sin que nos hayamos repuesto de los daños de la segunda.

Trataremos de evitarlo con políticas cuya receta es más libertad. A mayor libertad mayor creación de empleo, más ingresos tributarios y menores desigualdades. Libertad para emprender un negocio, pero también para elegir colegio, lengua, o poder ir a los toros.

La libertad es creativa, por eso nuestra receta seguirá siendo eliminar trabas, suprimir fronteras interiores, reducir el gasto superfluo para volver a bajar impuestos, facilitar el acceso al crédito, favorecer la contratación indefinida, y con todo ello permitir que, además de los dieciocho millones de españoles que ya perciben jubilación, prestación o salario público, puedan también ser atendidos todos aquellos a los que la recuperación aún no ha llegado. La atención social, educativa y sanitaria solo pueden crecer con quienes crean empleo.