Los vecinos de Mestrets siguen padeciendo las consecuencias del plan urbanístico que cambió sus vidas. Aquel proyecto sumió la zona en un proceso de deterioro que no se ha interrumpido. El abandono de propiedades ha provocado una acumulación de maleza y basura, que constituye un riesgo para la salud pública y también un foco potencial de incendios. Algunos residentes han abierto cortafuegos alrededor de sus casas para prevenir males mayores.
Tras derrotar a la administración en los tribunales y lograr la anulación del PAI, los vecinos luchan por la recuperación de la zona, cuyo aspecto es desolador. La mayor parte de los terrenos fueron adquiridos por empresas promotoras y pasaron a manos de los bancos cuando aquéllas quebraron. En muchas de estas parcelas, no se realizan labores de mantenimiento y la vegetación se ha expandido sin control. Como también han proliferado vertederos incontrolados donde se depositan todo tipo de enseres: ruedas de coche, sofás, neveras, lavadoras... A ello hay que sumar la ocupación ilegal de algunas casas, cuyos inquilinos queman cables eléctricos para obtener el cobre, según denuncian las portavoces de la Asociación Mestrets-Borriolench, Àngela Salax y Lluïsa Pérez.
Con la llegada del calor, los árboles y la maleza se han secado, convirtiendo Mestrets en un polvorín. Ante el riesgo de incendio, los vecinos han decidido por iniciativa propia crear cortafuegos en el perímetro de algunas casas.
«El peligro es real y el ayuntamiento debería tomar cartas en el asunto para que los propietarios cumplan su obligación de limpiar los terrenos», señalan las representantes vecinales, que piden acciones para en poner en valor este enclave. El nuevo gobierno municipal ha manifestado su intención de desarrollar en Mestrets un microurbanismo que se limite a consolidar aquellas zonas con construcciones para dotarlas de mejores servicios. Todo queda a expensas del nuevo Plan General que regulará el urbanismo de la ciudad.
