José Roca y Rafael Montero insisten en que prosiguen con fuerzas para sacar a flote a la Confederación de Empresarios de Castelló de su grave crisis económica. Pero sus tres décadas en el cargo y la causa judicial que indaga un presunto fraude en ayudas de cursos de formación les han pasado una importante factura. Como muestra, por ahora sólo han conseguido la entrada de cuatro nuevas empresas en la CEC.
La patronal castellonense apenas suma una docena de firmas, contando las cuatro últimas incorporaciones, además de una cincuentena de organizaciones sectoriales de la provincia. La financiación pública se ha quedado bajo mínimos y la organización necesita de manera perentoria ingresos procedentes de la iniciativa privada si quiere subsistir, ya que con sus números actuales acabará el año con un desajuste de ingresos y gastos cercano al medio millón de euros.
Roca fía el futuro de la patronal a un plan de viabilidad con un horizonte vista de cinco años que contempla ajustes y la entrada de nuevas empresas, pero su continuidad y el caso judicial de los cursos de formación frena la adhesión de al menos 40 mercantiles de Castelló, según fuentes de su cúpula directiva.
El presidente presume a su entorno de su vinculación con el tejido empresarial cuando, según varios dirigentes consultados por este diario, únicamente se han apuntado cuatro.
La CEC padece la peor crisis interna desde su fundación. Los problemas económicos han provocado la dimisión del vicepresidente propuesto por Ascer y del responsable de la tesorería de la CEC en los últimos nueve años. El resto de vicepresidentes han presionado a Roca para que cambie el rumbo en su gestión. Sin embargo, las bajas ni las voces críticas le han hecho cambiar de parecer.
El presidente mantuvo el miércoles una reunión con sus vicepresidentes y a instancias de ellos aceptó convocar una reunión con empresarios para solicitar su apoyo económico. Su junta considera que sin este respaldo el futuro de la CEC es más que complicado. El martes ha convocado a su dirección para volver a debatir de las cuentas y del futuro de la organización. El sector crítico considera que la CEC debería transformarse en un «lobby» empresarial y autosuficiente que no dependa de las subvenciones públicas. Advierte que la obstinación de Roca podría llevar a la patronal al concurso de acreedores este año.
