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Los vecinos de Sensal alzan la voz

Los residentes piden una mejor señalización de los viales, más seguridad para los peatones en la avenida Chatellerault y presencia de la Policía Local

La avenida Chatellerault es una de las principales preocupaciones de los vecinos por el intenso tráfico que hay en la zona y la elevada velocidad a la que suelen ir muchos vehículos. En la imagen, el interior de una de las cafeterías de la zona.

Sensal, puerta de entrada a la ciudad por el este, es un barrio abierto, donde sus residentes presumen de vivir con una calidad de vida inigualable. Les da igual no estar en pleno centro y no tener al alcance de la mano instituciones o zonas comerciales. Han apostado por amplios espacios, en zonas residenciales dinámicas y por la tranquilidad nocturna para descansar.

Al amparo del edificio Sant Jaume se creó hace seis años una asociación que quedó en punto muerto por temas familiares. Ese germen es la base de la Asociación de Vecinos Sensal, que ya se ha registrado en el ayuntamiento y que surge con energía para «recoger la inquietud de los vecinos», señala el presidente de la entidad, Florencio Catalán, acompañado al frente de la junta directiva por Laura García (vicepresidenta), Julio Jiménez (secretario), Julián Marzá (Tesorero), Carlos Javier Quílez (vicesecretario) y, como vocales, Raúl Arteche, Nuria Martínez, Rosario Luis, Carolina Guzmán y Francisca Martorell.

Estamos en uno de los barrios que nació en los años de bonanza económica y que quedó a medio construir ante la llegada de la crisis, una zona de la ciudad que tiene unas necesidades propias, distintas quizás a otros barrios, «y por eso consideramos que había que poner en marcha un colectivo que lograse unir a los vecinos y tener así más fuerza». En sus primeros contactos con el consistorio ya han planteado la posibilidad de disponer de un local para la asociación. La teniente alcalde responsable del distrito, Ali Brancal, «nos ha mostrado su disposición a hablar del tema, aunque está claro que de momento está complicado».

En esta nueva etapa de la asociación el primer objetivo es «darnos a conocer en el barrio, de ahí que estemos repartiendo por todos los inmuebles escritos para que sepan que estamos ahí y que contamos con todos». No hay intención de momento de cobrar aún cuota alguna sino de ir sumando miembros, que de momento rozan el centenar. «Lo que queremos es analizar entre todos lo que necesita el barrio y denunciar todo aquello que no esté bien para que se solucione», comenta Catalán.

Como cualquier barrio nuevo, hay que mejorar, a su juicio, muchos aspectos en temas de señalización. Estamos en un área con edificios de carácter residencial y nula actividad comercial, cruzada por nuevos viales entre edificios habitados y solares que la crisis dejó abandonados que, por cierto, «necesitan de una atención especial para no convertirse en nidos de ratas, algunas de gran tamaño», señalan los vecinos.

Hay calles que llevan a ninguna parte, con señales deficientes y líneas continuas que tampoco, a juicio de los vecinos, tienen mucho sentido, de ahí que se pida que se estudie si es necesario modificar o mejorar la planificación urbana.

Lo cierto es que estamos ante calles y avenidas anchas en algunos puntos, con rectas largas que dan pie a coger más velocidad de la que corresponde a los vehículos, de ahí que pidan la colocación de algún que otro badén para disuadir a los conductores de pisar el acelerador.

Un ejemplo es la avenida Chatellerault, antigua circunvalación de la ciudad hasta que se abrió la Ronda Este. Chatellerault es hoy una avenida de cuatro carriles con bastante tráfico. Flanqueada por colegios, parques, bares y zonas residenciales, ha sufrido ya algún atropello mortal, de ahí que exijan más señalización luminosa y badenes para que no se superen los 40 kilómetros obligatorios, que bajan a 20 en las proximidades de los colegios Sensal y Carles Salvador. Un de los puntos problemáticos es el enlace de Chatellerault con la rotonda que distribuye a Fernando el Católico, a Río Nalón y hacia la Ronda Este. Con una visibilidad a veces nula por los coches aparcados en los laterales, estamos ante un peligroso paso de cebra «en el que no estaría de más hasta un semáforo».

Seguridad ciudadana

No se quejan de la seguridad, al considerar que en el barrio se vive bien y es tranquilo. A ello ayuda la presencia de la comisaría, que les hace visibles durante todo el día, pero sí que echan a faltar que patrullen «de vez en cuando» policías locales o agentes de movilidad urbana, «que son caros de ver».

Al ser zonas residenciales, muchas con piscinas, se produce el problema de pandillas que, en verano, saltan a las propiedades privadas para darse un baño nocturno. «El problema sería que les pasase algo», señalan.

También se lamentan de la intención del ayuntamiento de eliminar la base de Bicicas de la calle río Nalón -aduciendo que tiene poco uso- para poner otra entre el Palau de la Festa y la comisaría. Al respecto, critican que estas decisiones «no se consulten con los propios vecinos del barrio y se limiten a meras estadísticas».

Han presentado un escrito al ayuntamiento para que lo reconsideren aunque, de momento, sin respuesta. Sí aplauden que se quiera poner una base junto a la comisaría, pero consideran que «eso no debería ir en detrimento de la de Río Nalón».

En términos generales el barrio está limpio, «aunque todo es mejorable». Sí que ven positivo el traslado de la zona de esparcimiento canino del parque a la calle río Volga porque en la que estaba había cierta conflictividad y molestias a los vecinos.

Zonas verdes

Uno de los grandes valores del barrio son sus espacios verdes y la ausencia de tráfico intenso en el interior, que hacen que se pueda disfrutar de más tranquilidad y calidad de vida respecto otros barrios, aunque en el lado negativo está la casi ausencia de actividad comercial. Zonas deportivas e infantiles salpican un barrio familiar, integrado básicamente por familias de 40-50 años con hijos estudiando, lo que refleja que se vea a niños y niñas por las tardes paseando, jugando o practicando deporte en alguna de las canchas habilitadas en el paseo río Nilo.

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