Hace algunos años el profesor de un taller de escritura creativa le dijo a una de sus alumnas que nadie iba a publicarle su primera novela. No por carecer de calidad literaria, sino porque había escogido un género y una trama poco habitual en el panorama nacional: histórica, de vaqueros y romántica. La alumna era Olivia Ardey y la novela Dama de tréboles, que fue su primer éxito editorial.

Su incursión en este mundo no podía haber ido mejor y fue así porque, como no duda en señalar «tuve la suerte de estar en el lugar adecuado en el momento oportuno». Desde entonces se embarcó en un proyecto personal que la ha convertido en una de las novelistas referente del panorama nacional en su género, el romántico. Si a finales de 2009 llegaba a las librerías Dama de tréboles, en la actualidad son hasta 13 títulos más los que han asentado su manera de contar historias entre un público en el que Ardey identifica las bases de su éxito. «Todo el mérito es de las lectoras, aunque también hay chicos, que me alegro mucho cuando en las firmas veo a alguno, pero la mayoría son mujeres».

Olivia Ardey no lo duda, «el lector es soberano, decide lo que quiere leer y lo que no. Para el autor es como jugar a la ruleta, ofreces una obra sin saber si va a gustar», por lo que podría decirse que la fortuna está de la mano de la autora, que ha participado estos días en la Feria de Novela Romántica de Benicàssim. Aunque insiste en atribuir todos sus éxitos a sus seguidores, lo cierto es que entre sus méritos se le puede reconocer que es una autora valiente que no tiene miedo a las aventuras literarias. De hecho, admite que si sus primeras experiencias vinieron de la mano de la novela histórica «que es lo que leía», llegó un momento en que decidió «salir de mi zona de confort» y experimentar «en una época no explotada, el Nueva York de los años 20, sobre la que casi no hay novelas escritas, incluidas las autores extranjeras». Luego llegó a la novela contemporánea, pero con otra innovación arriesgada. «Lo sencillo hubiera sido seguir ambientándolas en Nueva York o en Dallas, pero lo hice en Teruel», en esta ocasión de la mano de la editorial Versátil, un sello que amplió sus posibilidades.

Con todo este bagaje y una nueva novela en promoción, Un verano en la Provenza, Olivia Ardey llegó a Benicàssim, una ciudad que podría convertirse perfectamente en el escenario de cualquiera de sus historias. Lo ha dicho en alguna ocasión anterior, «Benicàssim tiene una fachada al Mediterráneo fabulosa, cualquier sitio de la playa podría convertirse en un escenario perfecto para cualquier historia, pero además cuenta con el encanto de sitios íntimos, especiales», aunque reconoce tener especial predilección por la zona de las villas, «ideal para ambientar tanto novela histórica como actual».