El fútbol no entiende de edades. Y mucho menos de emociones. Cuando uno siente como suyo los éxitos o los fracasos de su club da igual que se tenga 5 años, que 20 o 60. Ese sentimiento es difícil de explicar, por eso todo lo bueno se vive con intensidad y lo malo, como el nuevo capítulo que le tocó vivir ayer a la afición del CD Castellón, duele más.

La Pérgola fue un torrente de sensaciones. Lloros en el descanso, alegría en la segunda parte, nerviosismo durante la prórroga y una mezcla de rabia e impotencia al finalizar el partido. Porque sí, la suerte volvió a ser esquiva al conjunto albinegro y su afición deberá sufrir una temporada más en Tercera División.

Tan solo unos pocos pudieron desplazarse a Gavà a presenciar en directo el definitivo partido por el ascenso a Segunda B, pero los miles de seguidores que se quedaron en Castelló convirtieron la Pérgola en un pequeño Castalia. Himno a capela, cánticos de apoyo al equipo y una simbiosis perfecta con la hinchada desplazada, a la que todo el mundo aplaudía cada vez que las cámaras los enfocaban. El ambiente era perfecto para la celebración, aquí y allí, pero los dos goles del Gavà en el primer tiempo enmudecieron a la hinchada castellonense.

Los aficionados del Castellón no daban crédito a lo que estaban viendo y algunas lágrimas empezaron a brotar en el rostro de los más pesimistas. Pero el fútbol es muy caprichoso y de la tristeza se pasó a la alegría en los segundos 45 minutos cuando se conseguía el empate a dos. La afición empezaba a corear el «sí se puede» al unísono, conscientes de que lo más difícil se había conseguido, y el nerviosismo aumentaba a medida que transcurría la prórroga sin que llegara el gol que bien habría valido un ascenso.

Nadie quería llegar a los penalties porque el recuerdo del Haro todavía escocía y, justo allí, fue donde el Castellón volvió a morir. El lanzamiento del último penalti del Gavà fue dramático. Mayores y niños no pudieron reprimirse. Los más pequeños abrazaban a sus padres en busca de consuelo y entre los adultos caras largas y lloros desconsolados. Pero dicen que lo malo une y a buen seguro la afición del Castellón, que volvió a demostrar ser de Primera, se hará más fuerte.