La calle Santos Vivanco se ha convertido en uno de los rincones más coquetos de Castelló. Este pequeño vial, que conecta la plaza Huerto Sogueros con la calle San Vicente, dispone de una fresca arboleda que da cobijo a varias terrazas.
Los árboles, iluminados por la noche, crean un ambiente recogido que han sabido aprovechar los bares y restaurantes de esta calle, que se ha convertido en una de las preferidas de los castellonenses para comer o cenar al aire libre.
Santos Vivanco tiene la ventaja de encontrarse en pleno centro de Castelló y la sombra de la arboleda, unida a las amplias aceras, supone un atractivo añadido respecto a la plaza Huerto Sogueros o la avenida Rey Don Jaime.
Es el lugar ideal para hacer un alto en el camino en una jornada de compras. Desemboca en la calle San Vicente, una de las de más solera de la ciudad. Buena parte del comercio tradicional ha desaparecido, aunque la calle mantiene el pulso económico. Uno de los establecimientos que se ha convertido en referencia es Argot, una de las principales librerías de la ciudad, que cuenta con el atractivo añadido de albergar una concurrida cafetería. En esta vía también se emplaza la tradicional pastelería San Vicente, que cambió de ubicación hace unos años, situándose en un local próximo al cruce con la ronda Mijares. El edificio donde nació la pastelería conserva en su fachada una capilla en honor a San Vicente y Santa Bárbara del siglo XIX. Otro establecimiento que resiste el paso del tiempo es Fotos Roda, fundado por el padre del actual regente en 1950.
El reverso de la moneda
Por otra parte, San Vicente conserva algunos edificios históricos, entre los que sobresale uno de estilo regeneracionista que figura en el catálogo municipal y que precisa un lavado de cara para su puesta en valor. También hay algunas casas abandonadas, que suponen un foco de degradación y que afean el enclave.
