Pablo Herrera se convertirá este verano en Río en el deportista provincial que más veces ha participado en unos Juegos Olímpicos. La de Brasil será la cuarta cita olímpica para el jugador castellonense de voley playa tras Atenas, Pekín y Londres, un hito que nunca antes se había conseguido en la provincia. Y es que este particular récord lo ostentaba hasta este año el nadador José Luis Ballester, quien compitió en Seúl 88, en Barcelona 92 y en Atlanta 96.

«El voley playa te permite estirar tu vida deportiva y, de hecho, hay parejas como los brasileños Ricardo-Emanuel que juegan con 42 y 43 años», explica Herrera, quien confía en poder seguir su carrera y, por qué no, estar en los Juegos de Tokio en 2020. «Adrián (Gavira) me dice que he de aguantar por lo menos hasta Tokio y yo le digo que aguantaré hasta que los dos podamos y el cuerpo me lo permita», explica el castellonense.

Pese a ser todo un veterano, Herrera sigue sintiendo cierto nerviosismo antes de cada competición. «Cuando se va acercando la fecha me empiezo a poner nervioso. Es como si fuera el primer torneo del año, pero creo que ese ese nerviosismo es bueno y te da cierta agresividad para competir. Raro es que alguien no tenga miedo a perder, imagino...», confiesa.

El jugador castellonense llega a Río muy motivado y con ganas de conseguir algo importante. Cree que este puede ser el año de la pareja Herrera-Gavira, quienes afrontan la cita después de clasificarse en la séptima posición del ranking olímpico, la mejor de la historia para el dúo nacional. «La competición va a estar muy abierta, pero nosotros llegamos con una exigencia y una obligación mayor que en ediciones anteriores. Llevamos juntos ocho años ya y hemos ido creciendo año tras año, así que vamos a pelear por lo máximo. Nos merecemos obtener un muy buen resultado en unos Juegos Olímpicos», asegura Herrera.

En estos doce años el jugador castellonense ha pasado de ser un debutante a uno de los rivales a batir en los Juegos de este verano. De cada pareja con la que ha competido se ha llevado lo mejor y de cada experiencia olímpica que ha vivido saca lo más positivo. «No fui consciente de lo que conseguí en Atenas hasta que no pasó un tiempo. Llegar a una final de los Juegos y conseguir una medalla lo valoras con el paso de los años y sientes que volver a estar en otra final sería un sueño porque es algo muy complicado», relata.

Tras su inmejorable debut olímpico con Xavi Bosma, Herrera dejó de ser un desconocido y se ganó un nombre en el panorama mundial. Llegó a Pekín cuatro años después formando pareja con Raúl Mesa y la novena posición conseguida le supo a poco. «No tuvimos suerte en el sorteo y tampoco en el partido contra Estados Unidos porque lo tuvimos ahí pero no lo cerramos y acabamos perdiendo 2-0», recuerda.

A esa sensación de insatisfacción se le sumó la de rabia en los Juegos de Londres, prueba que afrontó con muchos problemas en la rodilla derecha. «Llegué lesionado y con la cabeza rota. Adrián prefirió competir conmigo estando cojo que jugar con otro compañero y creo que esa decisión nos ha unido mucho más. Nos ha dado una confianza total y nos ha hecho más amigos, y creo que ese es nuestro secreto». En Londres también finalizaron en novena posición, por eso afrontan en los próximos días los Juegos de Río con ganas de quitarse esa espinita que se les quedó clavada.

La agresividad de Bosma, los inicios con Mesa, y el carácter guerrero y la alegría de Gavira han contribuido a que Herrera sea, hoy en día, uno de los jugadores de voley playa más destacados del panorama mundial y todo un referente en España.