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Opinión | Las cuarenta

Conspiranoia

Recién cumplidos los 94 años, la existencia misma del Club Deportivo Castellón, su proyecto vital, nunca se ha edificado como propio, si no como reacción antitética y cainita, de manera especialmente cruda desde su advenimiento en Sociedad Anónima Deportiva y la proliferación de intereses mercantiles

Recién cumplidos los 94 años, la existencia misma del Club Deportivo Castellón, su proyecto vital, nunca se ha edificado como propio, si no como reacción antitética y cainita, de manera especialmente cruda desde su advenimiento en Sociedad Anónima Deportiva y la proliferación de intereses mercantiles. Es nuestra maldita idiosincrasia, que centrifuga pasiones y emociones en vez de sumarlas, y claro, se justifica siempre con la paja en el ojo ajeno antes que la viga en el nuestro.

Hoy, con la losa de un concurso de acreedores y la amenaza de disolución si incumple los plazos el ¿propietario? con menos recursos económicos de nuestra historia y el único con sueldo, resulta paradójico que el futuro parezca asegurado dada la pléyade de aspirantes y sus turiferarios que medran para hacer suyos los jirones que quedan de nuestra gloriosa bandera.

Ya me dirá el lector no viciado de parte,cómo puede entenderse que el principal culpable de nuestra situación económica y deportiva, José Manuel García Osuna, no sólo reclame su derecho a recuperar las acciones por el impago de las mismas, si no que incluso trabaje con gente de aquí y se presenten sin rubor como salvadores, porque para enterrarnos atendiendo una de las teorías conspiratorias por excelencia, le sería más fácil dejar el club en manos del actual presidente. Porque David Cruz, al margen de la inercia deportiva, que por cierto no ha generado más que fracasos en cuatro años, sigue sin presentar un plan de viabilidad que asegure la supervivencia de la empresa, más allá de su estrafalario intento de avalarlo todo a la imposible cesión eterna de Castalia. Y en esas sigue, como el perro del hortelano, que ni gestiona ni deja gestionar, ni pone dinero ni convoca la ampliación de capital, esperando que alguien le pague para que se vaya y nos deje en paz.

No ha faltado quien ha atribuido su manifiesta incompetencia a un contubernio patrocinado por Roig, pero ya supera aquella tesis la que han parido a cuenta del PP, según la cual éste paga a Cruz a cambio de asegurar nuestra disolución y así poder cargar sobre el Ayuntamiento de Castelló dicha tara.

En esas estábamos cuando los herederos de la Grada Jove que ideara Jordi Bruixola reclaman una intervención municipal. A saber: que no cedan Castalia a Cruz y que ningún aficionado renueve sus abonos. Una medida de presión para forzar el abandono de quien tiene a gala aguantar lo que le echen, porque no tiene otra forma de vida. La mayoría de los concentrados el miércoles pasado no sabían que estaban siendo utilizados, y menos por quién. Simplemente les movió su albinegrismo y las dudas que genera la indefinición actual. Ni siquiera les debió molestar que el documento leído por unos mandados hubiera sido redactado ¡tachán! por un empleado de Bruixola, condescendencia confesada ante el concejal de ermitas, cabreado por dar publicidad a unas reuniones -el lunes otra vez- que vienen a demostrar que el ayuntamiento no sabe cómo salirse, hasta el extremo de iniciar una competencia interadministraciones por agasajar a unos chinos venidos para recibir clases de gestión del fútbol base por parte de aquellos que no han sabido aguantar el suyo. Pero eso ya es tema para el regreso de las vacaciones.

Dacapo. Por supuesto que es legítima la aspiración de Bruixola de volver, pero uno no puede compartir su estrategia. No entiendo cómo se puede defender el Castellón privándolo de su hogar y de sus inquilinos. El antiproyecto como razón de ser. Pienso que sería más efectivo anunciar qué empresarios y qué ex jugadores -por el nombre y el dinero que les avala- participan de su propuesta. Esa sí sería una forma de convencernos. Pero como de salvapatrias ya estamos escaldados, cabe decirle a Bruixola que tras el fiasco de Jesús Jiménez y la ausencia de perdón de sus seguidores, mejor que cambie de táctica, y hasta de peones, que con tanto advenedizo metido a intrigante difícil será llegar más lejos de la banal cita de la plaça Major.

Por eso aún entiendo menos la actitud de las autoridades municipales, más allá de la narcisista ilusión por verse en más fotos cada mañana. No se puede recibir a todo el mundo y dar crédito a cualquier iniciativa. So pena del riesgo de que mañana les reclame su atención la Asociación para la Prohibición de la Romeria a la Magdalena y el Derribo del Fadrí. Que haylos.

Convertir al ayuntamiento en acreedor para forzar una expropiación requiere de un tiempo del que no gozamos. Mejor nos iría si mediara para buscar el recambio para cuando se produzca la necesidad que no en precipitarla.

¿Qué es poesía?, se preguntaba Becquer. Siento plagiarlo y malgastar su talento para inquerir a modo de ripio, ¿qué es conspiración? y tú me lo preguntas, conspiración eres tú, CD Castellón.

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