El partido comenzó con exceso de luz natural y terminó con defecto de luz artificial. No se veía un carajo. El amistoso entre Almazora y Castelló terminó con empate a dos y sirvió de homenaje a Manolo Clares. El club visitante le entregó una fotografía enmarcada de aquel equipo glorioso de los setenta. El presidente del Castellón no se presentó y el del Almazora andaba ocupado en la entrada, con la rifa y todo eso. El único consejero orellut que acudió al campo llegó tarde: no encontraba el Municipal José Manuel Pesudo. Más o menos al tiempo abandonaba Nahum Mingol la zona noble. El responsable del fútbol base del Castellón enfiló camino al bar del campo, que regenta su mujer.

Son cosas que pasan en Tercera División, categoría a la que regresa el Almazora ilusionado y en la que repite el Castellón en crisis anímica y financiera. Sus aficionados están más pendientes de las deudas del club y de su viabilidad, con lógica, que de los partidos de pretemporada.

Ayer el Almazora marcó dos veces antes del descanso y el Castellón replicó en la segunda parte.

Arrancó el partido y el sanedrín de abuelos no lo veía claro. El Almazora no podría mantenerse. Pero metió dos goles: una volea de Rai y un rechace embocado por Fandos, y entonces el Castellón era un desastre. En el segundo tiempo, sin embargo, el conjunto de Frank Castelló mejoró y mereció la remontada. Se encalló en el empate a dos, con goles de Lolo Ivars (falta a la escuadra) y Rubén Fonte (maniobra de 9 grande), y entonces al Castellón le sobraban jugadores buenos y el Almazora, volviendo al punto de inicio, sufriría para salvarse.

En fin, pretemporada. Ruido sordo. Fuegos de artificio. Empate a dos y tres semanas para que empiece la Liga.