En el corazón del Alto Palancia, en un cerro situado entre la sierra de El Toro y la vertiente noroeste de la sierra de Andilla, rodeado por los cauces de los ríos Palancia y Canales y dentro del Paraje Natural Municipal Peñaescabia -que destaca por su alto valor natural, histórico y paisajístico- se ubica Bejís. Una localidad que se ha hecho especialmente célebre en toda España por las virtudes de las aguas que manan de su subsuelo.

«Todo empezó en el año 1929 con la adquisición del manantial de 'Los Cloticos' por parte del ayuntamiento», indica Joaquín Cortés, gerente de Agua de Bejís. Según recuerda, «ya entonces se sabía que el agua era muy buena, pero fue en ese momento cuando se llevó a analizar a Madrid y los resultados confirmaron sus propiedades».

El agua del manantial se canalizó hasta el pueblo, donde se instalaron varias fuentes para que todos los vecinos pudieran beneficiarse de sus virtudes. Al principio, entre 1941 y 1957, fueron dos vecinos de la localidad, Carlos Vicente y Eusebio Mañes, los que se encargaron de trasladar a Valencia las garrafas que llenaban en los surtidores del pueblo para su comercialización. «Al principio lo hacían a mano hasta que en 1967 se inauguró el primer llenador, situado en el edificio que actualmente alberga al Museo de Bejís, y ya en 1970 se inició otra línea de distribución con cubas de agua para poder trasladarla a otras localidades, como Sagunto y Puerto de Sagunto», explica al respecto Cortés.

Durante los primeros años las garrafas se envolvían en mimbre para hacerlas más resistentes. Sin embargo, el hecho de que su número fuera limitado obligaba a los repartidores a regresar cada día a Bejís desde Valencia una vez terminaban su servicio para volverlas a rellenar, cargar de nuevo en el camión y regresar a Valencia al día siguiente. El servicio dio un salto cuantitativo y cualitativo en 1985 con la inauguración de la planta envasadora de agua, ubicada unos cien metros de lo que es el manantial. Un cambio que supuso a su vez una expansión en las ventas.

«En la actualidad servimos nuestro producto en toda la Comunitat Valenciana, parte de Andalucía y las islas Baleares», asevera el gerente.

Un caudal sin filtraciones

El agua mana a una temperatura de 12 grados lo que, según Cortés, «indica que viene de muy adentro del subsuelo». Este agua se caracteriza por su bajo residuo seco, su escasa dureza y su bajo contenido en cloruros, sílice, nitratos y sodio. Condiciones que la hacen óptima tanto para la preparación de alimentos infantiles como para el consumo de la población con problemas de hipertensión o personas ancianas, entre otros. «En el caudal no se hace ninguna filtración, sino que el agua se recoge en una arqueta y por unas tuberías pasa a unos depósitos de decantación, lo que supone que las propiedades del agua no se alteran en ningún momento mediante filtración», remarca Cortés.

En la actualidad la planta envasa unos 100.000 litros diarios de agua en diferentes formatos. En concreto,la firma trabaja con garrafas de policarbonato de 20 y 13 litros, garrafas de cristal de 10 litros, garrafas PET de 8 y 5 litros y botellas de un litro, medio litro y un tercio. «De hecho, en este momento somos la única empresa de la Comunitat Valenciana que está haciendo la garrafa de 10 litros de cristal y estamos también a la cabeza en la distribución de fuentes de agua o dispensadores, un sector en el que todavía queda mucho trabajo por hacer», explica Cortés.

En la actualidad la planta da empleo a unas 15 personas, que se encargan de que el agua que brota de las entrañas de estas tierras llegue a los puntos de venta sin perder ni un ápice de sus beneficiosas propiedades.